“En términos generales nuestras normas contemplan la segregación de los grupos y subgrupos étnicos más importantes, que al mantenerse dentro de sus respectivas zonas podrán convertirse en unidades capaces de bastarse a sí mismas. Apoyamos el principio general de segregación territorial de los bantúes y los blancos, y los primeros, de encontrarse en las zonas urbanas, tendrían que ser considerados como ciudadanos migratorios, sin derechos políticos o sociales iguales a los de los blancos. Había que detener igualmente el proceso de disgregación de las tribus”. Así rezaba la declaración formal del Apartheid hecha por el Partido Nacionalista en 1948, donde consagra su propósito de proteger y fortalecer la supremacía blanca. No ha transcurrido un siglo y el horror del Apartheid parece ya cosa del pasado más lejano. Cientos de leyes y miles de decretos de segregación racial fueron abolidos por blancos y negros sudafricanos, sin venganzas, ni retaliaciones. No hubo guerra, ni invasiones, ni g
¡Acompáñame a recorrer nuestro tiempo con sentido crítico y positivo! Mercedes Malavé