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Humanizar la sexualidad... ¡Es amar mucho más!
















El mensaje del Papa en Camerún y Angola ha sido muy bien acogido por la población africana. Miles y miles de personas se han acumulado en las calles, en los lugares de encuentro, para ver pasar al Santo Padre y alegrarle con sus cantos, bailes y fiestas de colores alegres. Del encuentro con los jóvenes en Angola se recoge la siguiente crónica:


Benedicto XVI enjugó lágrimas de los jóvenes de Angola, en la tarde de este sábado, en un encuentro con la juventud, en el que la fiesta del encuentro con el Papa no hizo olvidar los dramas grabados en los rostros de los miles de chicos y chicas presentes.


La alegría, de hecho, quedaría empañada tras el encuentro, cuando se supo que el entusiasmo por ver al Papa provocó movimientos de masa entre los jóvenes, en los que quedaron aplastadas dos muchachas que se disponían a ver al pontífice en el Estadio dos Coqueiros de Luanda.



Además de este evento sumamente triste y lamentable, algunos medios de comunicación, han resaltado negativamente unas palabras del Santo Padre que, al contrario, son sumamente positivas y hacen referencia a la realidad del pueblo africano, a su deseo de libertad e independencia a pesar de los fuertes problemas socio-económicos que atraviesan. Refiriéndose al grave problema del sida en África dijo:


Diría que no se puede superar el problema del Sida sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si no se ayuda a los africanos, no se puede solucionar este flagelo sólo distribuyendo preservativos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema.


Para resolver el problema del sida, de la familia, de la dignidad de la mujer, no basta con aplicar métodos instrumentales y externos que no llegan el núcleo del problema. Y menos aún aplicar medidas foráneas, promovidas por potencias económicas, que no responden a la realidad socio-cultural de los habitantes de África. En esto no consiste la solidaridad entre los países. La solución de los problemas sociales está en las personas, en el alma de cada mujer y de cada hombre africano, y en la humanización de las relaciones interpersonales:La solución puede encontrarse sólo en un doble empeño: el primero, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que traiga consigo una nueva forma de comportarse uno con el otro, y segundo, una verdadera amistad también y sobre todo hacia las personas que sufren, la disponibilidad incluso con sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren.Con estas palabras, el Papa demuestra una gran confianza hacia las personas, y una profunda defensa de la dignidad de la vida humana. Todos estamos llamados a vivir un amor pleno, humano y definitivo. Para que el amor humano crezca sanamente, felizmente, es necesario humanizar la sexualidad. La persona está naturalmente ordenada al matrimonio y a la procreación. Esta tarea debe llevarla a cabo con todo su ser, con toda su alma, no sólo con su cuerpo, y con la plenitud de entrega de su corazón:Por tanto, diría, esta doble fuerza nuestra de renovar al hombre interiormente, de dar fuerza espiritual y humana para un comportamiento justo hacia el propio cuerpo y hacia el prójimo, y esta capacidad de sufrir con los que sufren, de permanecer en los momentos de prueba.











Las relaciones sexuales, fuera de este contexto de amor y de donación recíproca, pueden llevar no sólo a un desorden que puede acabar en enfermedades dramáticas, sino también a la experiencia de una soledad egoísta, como quedó recogido en aquel fuerte testimonio de un joven que luego de rectificar su vida decía: "Aunque me acostaba con muchas, siempre me acostaba solo". Manipular la sexualidad por el único deseo de placer y la propia complacencia hace que dejemos de ver al otro como un alguien sino como un algo, como un objeto, y por eso, la persona se siente, y se sentirá siempre, irremediablemente sola. Por eso el Papa dijo a los jóvenes:
No tengáis miedo de tomar decisiones definitivas (...) Yo os digo: ¡Ánimo! Atreveos a tomar decisiones definitivas, porque, en verdad, éstas son las únicas que no destruyen la libertad, sino que crean su correcta orientación, permitiendo avanzar y alcanzar algo grande en la vida.
Juventud angoleña (...) arriésgate a dar este salto, por decirlo así, hacia lo definitivo y, con él, da una posibilidad a la vida. Así se crearán entre vosotros islas, oasis y después grandes espacios de cultura cristiana (...) ésta es la vida que merece la pena vivir y que de corazón os deseo ¡Viva la juventud de Angola!

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