Las intervenciones de Luis Alfonso Hoyos y Roy Charderton ante la OEA han sido un ejemplo paradigmático, a mi modo de ver, de la relación que hay entre realidad y persuasión en el discurso político o de cualquier otra índole. Un clásico tema de la comunicación masiva y de la ciencia política, sobre el que podemos reflexionar a propósito de esta ocasión en la que la lección se nos presenta en bandeja o como verdad de “anteojito”. De la sabiduría griega hemos heredado la clásica distinción de los tres elementos para persuadir o ganar la aprobación del público: ethos, pathos y logos: — Ethos consiste en la capacidad del orador de crear un ambiente propicio antes de exponer sus ideas. Lo primero que debe hacer es ganarse la credibilidad del público, y para ello suele hacer referencia a valores y preocupaciones comunes, ideas conocidas por el público y puntos de vista compartidos. Se trata de partir de un sustrato común, positivo, lleno de confianza, para que las personas acepten
¡Acompáñame a recorrer nuestro tiempo con sentido crítico y positivo! Mercedes Malavé