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South Africa: a 'fast car' to equality



Acabo de regresar de Sudáfrica. Mi hermano me lo había dicho: ¡Te va a encantar... vas a ver!
Soccer City - Soweto
En el 2010, muchas personas han tenido la oportunidad de conocer el que fue la sede de la Copa Mundial de fútbol. Se trata de un país imponente, grande, rico, con una naturaleza espectacular y gente muy cálida.


No logro poner en orden las ideas, quizás porque me gustaría describir tantas cosas. 

En el avión escuché la canción "Fast car" de la cantante afroamericana Tracy Chapman, y los recuerdos se empiezan a ordenar un poco. Al hilo de algunas ideas de esta canción quizás pueda resumir un poco la experiencia. ¿La recuerdas?







Tienes un auto rápido
Yo quiero un boleto a cualquier parte
Quizás hacemos un trato
Quizás juntos podemos llegar a alguna parte
Cualquier lugar es mejor
Empezando de cero no tenemos nada que perder
Quizás hacemos algo
No tengo nada que probar


Así es, Sudáfrica es una encrucijada de culturas. Personas de los cinco continentes se han ido allí a buscar mejores condiciones de vida. Atraídos por las riquezas naturales, los holandeses y los ingleses fueron los primeros colonizadores de esas tierras. Posteriormente, muchas personas provenientes de Asia y de América –de la India, de China, de Estados Unidos, de México–, y de otros países de Europa –Italia, Portugal, España, Irlanda, etc.–, se han trasladado desde hace ya casi un siglo. Esto sin contar con la diversidad de tribus africanas que ya era sumamente variada en el país: hay nueve etnias negras reconocidas oficialmente como sudafricanas.
 
Aunque la influencia inglesa ha sido significativamente más fuerte, los holandeses o afrikáner (bóers también), han pasado a la historia por la institución del Apartheid al que me referiré en breve.


Vista panorámica - Magalisburg
El sistema económico está constituido principalmente por la explotación de minas de carbón y de otros minerales; y de piedras preciosas como el oro, el diamante y el platino. Una característica de los países mineros es que el sistema económico organiza ciudades con una gran concentración de población en torno a las riquezas naturales, lo que genera problemas de integración y de distribución de recursos y servicios. Se genera también un problema de infraestructura y urbanismo. En las grandes ciudades de Sudáfrica -Johannesburgo, Pretoria, Ciudad del Cabo, entre otras- reina la inseguridad, el tráfico y el caos típico de las grandes ciudades. No obstante, en ellas se vive mejor que en el campo, al menos así razona la “mentalidad minera” propia de los habitantes de estos países monoproductores. Recuerda mucho el caso de Venezuela.


No tenemos que manejar hasta muy lejos
Sólo cruzamos el borde y llegamos a la ciudad
Tú y yo podemos conseguir trabajo
Y finalmente sabremos lo que significa estar viviendo.


Niños de Soweto
¿Quiénes son los auténticos habitantes de Sudáfrica? Parece evidente concluir que los negros sudafricanos; así como los aborígenes americanos lo son en América. Sin embargo, sabemos que la historia es más compleja, ya que América y África han sido territorios colonizados. El sistema colonial tiene virtudes, defectos y misterios propios de la historia, que se desarrolla según el comportamiento libre de las personas: de sus creencias y valores, de sus ambiciones, de sus proyectos… Sudáfrica ha padecido uno de los sistemas sociales más injustos que ha conocido el siglo XX: El Apartheid o política de segregación racial, que consistió en una serie de leyes, decretos y disposiciones de separación entre negros y blancos, que llegó a extremos tan humillantes como el de permitir que un blanco ganara más sueldo que un negro por el mismo trabajo.


¿Las causas del Apartheid? En primer lugar, como dije, la mentalidad minera. Los colonos pensaron que iban a construir sus ciudades alrededor de las minas, contando con la mano de obra negra necesaria, y que el resto de los habitantes del lugar iba a permanecer en las zonas rurales del país. Sin embargo, al cabo de los años se encontraron con que gran cantidad de africanos comenzaban a migrar del campo a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida. Había que reducir a toda esa población, y por eso crearon Soweto, una especie de campo de concentración o gheto a las afueras de Johannesburgo, en el que aunque no hubo cámaras de gas, las torturas y las restricciones de la libertad de los ciudadanos fueron incontables, muy duras y por muchos más años que lo que duró el régimen nazi en Alemania.


Pero la mentalidad minera únicamente no explica semejante injusticia. Por encima de esto está la creencia religiosa calvinista (protestante) de que los predestinados, o sea los holandeses calvinistas, son aquellos que tienen prosperidad material. El valor del trabajo se mide por el valor de las riquezas y por el bienestar material, por eso los "predestinados" tenían que ser más prósperos que los negros. El partido político que implementó el Apartheid –Partido Nacional Afrikaner– estuvo emparentado con el Nacional Socialista de Alemania. Esto demuestra, a mi modo de ver, las graves consecuencias que puede generar el uso pervertido de la religión: de un error doctrinal –aunque sea muy concreto– se puede pasar a un ateísmo práctico de tal categoría como el de aceptar postulados ateos de la pureza de raza como dogma de fe y sistema político-social adecuado por motivos irrefutables.   


Sabes, mi padre tiene un problema
El es alcohólico, así es la cosa
El dice que su cuerpo es demasiado viejo para trabajar
Yo digo que su cuerpo es demasiado joven para lucir así
Mi madre tomó sus cosas y lo dejó
Ella esperaba más de la vida de lo que él le podía dar
Dije que alguien tiene que cuidarlo
Entonces dejé la escuela, eso fue lo que hice


Vendedora ambulante - Pretoria
Ya el régimen del apartheid culminó, y en Suráfrica aún abundan los problemas sociales. Quizás el mayor de ellos, y la raíz de los demás conflictos, es la falta de familia. El núcleo familiar está constituido prácticamente sólo por mujeres. La figura del padre es muy escasa. Sin valores familiares el sistema educativo se corrompe fácilmente y no logra sus objetivos. La educación en virtudes humanas dadas por el padre, la madre, los hermanos y los abuelos, constituye la base de la educación cívica, intelectual y profesional de las personas.


La “mina social” de un país es la familia. Podríamos decir que en ella se concentra la mayor riqueza y la verdadera senda para construir la igualdad ciudadana, que no consiste en perpetuar inútilmente un sistema de reivindicaciones, privilegios y dádivas, sino en garantizar que las personas crezcan en un ambiente que les otorgue lo que más necesitan para crecer como seres humanos: amor, hábitos de trabajo, de responsabilidad, de compromiso social, de generosidad, de respeto a los demás. 


Tu tienes un auto rápido 
Como es tan rápido podemos volar
Tienes que tomar una decisión
Nos vamos esta noche o vivimos y morimos de esta manera
Recuerdo que manejábamos , manejábamos tu auto (...)
Y tuve un sentimiento de pertenencia
Y tuve un sentimiento
Sentí que podía ser alguien, ser alguien.


Mientras recorría con la vista los hermosos paisajes naturales, y descubría el maravilloso mundo animal, me preguntaba a qué se debe ese contraste tan marcado en los países de África entre la belleza natural y la pobreza humana, no sólo material sino también moral y social. 

Sudáfrica aún es un país joven. El peso trágico de la historia ha dejado heridas que requieren  varias generaciones para ser sanadas.





Gracias a la genialidad política de Nelson Mandela, el sistema de Apartheid forma ya parte de la historia del país. Mandela logró darle a los africanos un "Fast car" hacia la igualdad.

Sudáfrica cuenta hoy en día con una constitución liberal y democrática, que pretende salvaguardar la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. Sin embargo, todavía quedan muchas barreras humanas por superar. Digamos que la estructura está dada, pero ahora hace falta llenarla de contenido.

Por eso, muchas veces pensé que esa belleza natural puede servir para recordar, una y otra vez, el regalo de la vida humana, el amor providente del Creador y la enorme capacidad de belleza que puede expresar el africano, si se empeña en ser grande –como la fauna y la flora del lugar– mediante el cultivo de sí mismo, consciente de que tiene un potencial enorme, mucho más grande que todas las maravillas naturales. Cada africano no es un algo sino un alguien con infinitas capacidades de auto-crecimiento y de superación personal; pero sobre todo con una gran capacidad de entrega a los demás y de trascendencia: be someone, be someone, be someone.

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