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Un genio oriental que captó el alma de la cultura occidental

De nuevo en la Ciudad Eterna, nunca se sabe con qué maravilla te vas a quedar boquiabierta. Alrededor de la Semana Santa se congrega un buen grupo de universitarios de los cinco continentes para participar en el Congreso Internacional UNIV 2012, que llevó por título, este año, "La fuerza de la belleza".



Un tema interesantísimo, desafiante, muy adecuado para la sensibilidad de los jóvenes que van por ahí persiguiendo, como sedientos, un algo cautivador que les arrebate y les haga experimentar, con intensidad, el amor, la felicidad y el deseo de salir del "yo" y perderse en un "tú" que les proteja del sinsentido, de la soledad, y les haga fuertes. 

Un escultor japonés de mediana edad, Etsuro Sotoo, fue invitado como ponente principal para hablarnos de la belleza. Él esculpe las imágenes del templo de la Sagrada Familia de Barcelona (España), obra del maestro Gaudí. Etusuro llegó a Europa "persiguiendo la piedra" porque siempre quiso ser escultor. Dice que la piedra "robó su corazón" y tenía que encontrarlo de nuevo. Con el tiempo fue descubriendo que la verdadera roca era él mismo: años después se bautizó y ahora forma parte de ese templo espiritual que es la Iglesia Católica, de la que formamos parte todos los bautizados.

Cursó estudios de Bellas Artes en Tokyo, y un día decidió dejar de dar clases en la universidad y marcharse tras su sueño profesional que era ser picapedrero. Primero llegó a París pero se dio cuenta de que en esa maravillosa ciudad toda la piedra ya estaba esculpida, y que no había proyectos en ejecución. Estando allí se enteró de un gran proyecto que estaba en obras: le dijeron de un tal templo del arquitecto Gaudí que tenía toneladas y toneladas de piedra aún por picar. Así llegó Sotoo a Barcelona.

Es simple y llanamente conmovedor escuchar a Etsuro Sotoo contando su testimonio. Transmite tal  sencillez, sinceridad, cariño por la vida y veneración por las personas que uno se siente como en su casa hablando con un abuelo bueno y cariñoso.... con mucho acento japonés, eso sí.  Etsuro muestra tal devoción por todo aquello que es genuinamente humano, como el arte, la ciencia, la familia, la religión, la educación,etc., que pareciera apreciar más la herencia de la cultura occidental que los propios europeos.

Picando la piedra se encontró con la figura de Gaudí, un hombre enfermo, doliente, pero que tenía un proyecto grande ¡muy grande!: Construir un templo expiatorio dedicado a la Sagrada Familia de Nazareth. A medida que se iba metiendo en las ideas de Gaudí, Etsuro Sotoo fue descubriendo la fuerza de esa Belleza trascendental, espiritual, que es capaz de sacar de cada persona lo mejor de sí misma. 

Cuando Gaudí se propuso plasmar la belleza en sus obras arquitectónicas, inspirándose en la fuente por excelencia de lo bello que es la Naturaleza, encontró un motor muy potente, cargado de vida y de fuerzas, que orientó toda su existencia y le dio sentido a sus dolores físicos. Entonces se convirtió en un ser altamente espiritual y en un auténtico promotor de la cultura y del humanismo occidental. Les dejo con estos dos testimonios de Etsuro Sotoo.


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