¡Acompáñame a recorrer nuestro tiempo con sentido crítico y positivo! Mercedes Malavé
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Chávez: Un tsunami popular
Los venezolanos y sus tendencias. Me fui hasta allá.
Buscando referencias, contextos y ejemplos gráficos que me ayudaran a comprender lo que está pasando en mi país, a propósito de la muerte del presidente Hugo Chávez, dos cosas me han resultado especialmente iluminadoras: el capítulo de Eva Perón del escritor Enrique Krause en su libro "Redentores", donde se evidencia el proceso de mitificación del héroe nacional; y la definición de tsunami. Comencemos por lo segundo.
Un tsunami consiste en una serie de olas procedentes del océano que en ocasiones alcanzan alturas de 30.5 metros de altura, llegando a causar una destrucción generalizada cuando golpean las costas del continente. Estas sobrecogedoras olas son causadas, normalmente, por grandes terremotos submarinos. Cuando el suelo del océano se eleva o desciende de repente, desplaza el agua que hay sobre él y la lanza en forma de olas ondulantes y destructoras.
Me resultó gráfico este fenómemo natural para explicar lo que está ocurriendo ahora con el chavismo en Venezuela. Estamos sumergidos en un potente tsunami.
Como turistas en nuestro propio país
Imaginemos por un momento que el agua del océano son los venezolanos, y que la tierra sobre la que golpean esas fuertes olas es nuestro territorio nacional. En el fondo del océano, o sea de muchos venezolanos, subsisten dos tendencias sumamente fuertes en cuanto a su capacidad de destruir el estado de derecho, la libertad y la pluralidad democrática, que a lo largo de nuestra historia se han levantado y han lanzado a los venezolanos hacia una destrucción masiva de su propia patria y civilidad. Esta doble tendencia es la propensión al militarismo (favorecer gobiernos autoritarios y represivos) y la tendencia al caudillismo (soñar con un líder que aglutine todas las cualidades de héroe, mesías, biehechor, rey, mago, sabio, etc.). Cuando esas tendencias se tocan, o se manipulan, los venezolanos responden como en olas, demostrando su conducta destructora de las libertades civiles y democráticas. Es triste pero así ocurre.
Un tsunami avasallador y destructor es lo que estamos viviendo hoy. Con la peculiaridad de que en sus olas se mezclan, además, componentes foráneos: Olas de presidentes y representaciones de gobiernos del Mundo que, de algún modo, se han hecho presentes aquí para decirle a los venezolanos "no importa si su tendencia es buena o destructora, no importa si su país está mejor o si lo están arruinando, no importa si no se están dando cuenta de la corrupción, la irresponsabilidad, la mentira y el show mediático a los que están sometidos... lo importante es que ustedes, en masa, son un fenómeno notorio, y nosotros nos debemos no al bien sino a las masas".
Somos el espectáculo del momento
Somos el espectáculo del momento, somos el circo latinoamericano; por eso ellos están aquí, como espectadores pasivos. No dudo de que habrá excepciones: a algunos no les habrá quedado más remedio que venir; otros tienen el mismo sedimento totalitarista en su interior y se comen el cuento del chavismo.
La historia será, quizás, indulgente con Chávez; no emitirá juicios de exagerada exaltación -como los que hemos escuchado en estos días- ni tampoco excesivamente condenatorios. Pero la verdad se llegará a saber, sin duda. Para eso les recomiendo el capítulo de Krause. Los dejo con esto:
A Jules de Gaultier le debemos el hallazgo de ese curioso mal que aqueja a los personajes de Flaubert, inmortalizado en Emma Bovary. Se trata de la tendencia a concebirse distinto de como se es. “Todo hombre, en el fondo, es un bovarista” decía Antonio Caso. Ninguno de nosotros es libre de espejismos, máxime en un mundo donde un App o un laboratorio de tuits, construye, crea y convierte la ficción en información -síntesis apretada del fenómeno de la posverdad-. Basta que una idea o fantasía se asome en la conciencia para que los individuos tiendan a volverla realidad: “Nos vamos sacrificando a nuestra mentira”, sentenciaba precipitadamente el filósofo mexicano. Así las cosas, el impulso bovarista o inclinación a pensarnos diverso de como somos en realidad, constituye la fábrica por excelencia de idealismos, utopías o ideologías autorreferenciales. Basta que el individuo que pretenda encarnar su falsa idea de sí sea un líder carismático para que aquello cunda por doquier, apoyánd...
El 10 de agosto de 1946, un presidente italiano, Alcide de Gasperi, se presentó a la Conferencia de Paz celebrada en París, luego de que su país fue considerado por las grandes potencias mundiales un ex-enemigo por haber sido cómplice del nazismo bajo el régimen del fascismo. Para De Gasperi, antifascista radical, constituía un auténtico oprobio ser tachado de fascista. No obstante se presenta ante esa asamblea mundial sin ánimo revanchista ni espíritu victimista, sino como doliente de una nación arruinada y condenada al castigo por haber perdido la guerra: “Tomo la palabra -dijo De Gasperi- en esta asamblea mundial sintiendo que todo, excepto vuestra personal cortesía, está en contra de mi; sobre todo por esta condición de ex-enemigo que me hace ser el imputado que ha venido aquí luego de que los más influyentes de ustedes hayan formulado sus conclusiones en una larga y fatigosa elaboración”. De Gasperi tiene la enorme tarea de ganarse nuevamente la confianza de la comunidad inte...
“Vivimos inmersos en signos. Los seres humanos tenemos la capacidad de convertir en signos todo lo que tocamos. Cualquier objeto, sea natural o cultural, un color, un trozo de tela, un dibujo, cualquier cosa relacionada con nosotros puede adquirir un valor añadido, un significado. A la dimensión ontológica que las cosas tienen, los seres humanos añadimos una nueva dimensión, la semiótica, esto es, su empleo como signos para manifestarnos unos a otros lo que pensamos, lo que queremos, lo que sentimos y lo que advertimos en nuestra relación con el mundo”. Francisco Conesa y Jaime Nubiola El conocimiento intelectual posee una enorme capacidad de representación de todas aquellas cosas que conocemos, y de la valoración que damos a lo conocido. Por eso, vivim...
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