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RE: Responsabilidad

Antes de pasar a la segunda nota musical, una última imagen que puede ayudar a comprender el alcance del dominio de sí es la del pájaro colibrí.
Este maravilloso volador es capaz de mantenerse en el aire, estático prácticamente, gracias a la gran velocidad de movimiento que tienen sus alas. Del mismo modo, cuando pensamos en una persona con dominio de sí, podemos imaginarnos un ser estático, imperturbable, como suspendido en el aire. Sin embargo, esa aparente quietud proviene de una gran velocidad para asimilar las situaciones y dar con la respuesta adecuada, sin dejar que sus reacciones le hagan ir de aquí para allá, del llanto a la carcajada, de la ira al amor idealizado. Los ejemplos tienen sus matices y sus límites, pero aún así creo puede servir.

Pasemos ahora a la nota RE que nos lleva a la virtud de la responsabilidad. Se trata de un valor que no parece estar tan en boga como el de la libertad, sin embargo, no son más que las dos caras de una misma moneda. Todos queremos sentirnos libres, libres, libres pero no estamos dispuestos a ASUMIR, hasta el final, las consecuencias de esa libertad. Alguna vez alguien comentó que al lado de la estatua de la libertad deberíamos colocar una que rinda honor a la responsabilidad.




Una actitud clave para cultivar el hábito de ser responsables es ésta: capacidad de asumir. Y ¿qué tengo que asumir? Pues las consecuencias de cada uno de mis actos: Si decido comprar un perro, lo cuido; si me comprometo a tener listo un asunto para tal día, lo tengo; si digo que voy a hacer algo, lo hago; si decidí casarme y tener hijos, asumo el compromiso de vivir para esos seres queridos. Asumir implica no vivir según la ley del gusto –me provoca, no me provoca, me gusta, ya no me gusta– sino según la ley de la libertad: ¿lo quiero? luego, lo asumo aunque a veces los ánimos no me acompañen. 





A mediados del siglo XX, un grupo de jóvenes decidieron poner en marcha un movimiento liberador; una revolución basada en el amor que fuera eliminando las cadenas opresivas de la sociedad de su tiempo: el exceso de normas, el odio, el materialismo, el hambre de poder, el racismo, etc. A ellos, lo sabemos bien, les llamaron los hippies, precisamente porque vivían sin ataduras, libres, cantando, bailando, viviendo según la única ley del amor.

Pero el binomio libertad-amor no marcha bien si no se conjuga con la responsabilidad. Decía Juan Pablo II que un amor que rehúsa la responsabilidad es su propia negación, ya que no es más que egoísmo. En la medida en que una persona se siente más responsable de otra –de su salud, de su bienestar, de las consecuencias de sus actos, de su felicidad, etc.– tanto más demuestra su amor por ella. Amor y responsabilidad son dos co-principios que engendran la auténtica libertad de amar. Asumirse mutuamente hasta el final: en esto consiste la libertad del amor.

No debemos confundir la responsabilidad con el afán de querer tener el dominio absoluto de todo y de todas las personas que queremos, así como tampoco debemos confundirla con la autosuficiencia de quien cree que se basta a sí mismo para solucionar sus problemas. Hay cosas que escapan de nuestro dominio personal y de esas no somos responsables aunque bien nos gustaría serlo. Por eso, un hombre o una mujer responsables conoce bien sus limitaciones, sus capacidades y sus debilidades. Asume lo que realmente puede asumir y rechaza las acciones que le traerían consecuencias que se escapan de sus posibilidades reales. Tampoco debemos confundir la responsabilidad con la avaricia de quien acumula y acumula bienes materiales para asegurarse un futuro que ni siquiera sabe si vendrá para él o para ella.

Relativo a esto es el término que desde hace varias décadas se está promoviendo, pero que merece ulteriores explicaciones. Se habla mucho de paternidad y maternidad responsable, y es absolutamente comprensible y necesario que se promueva la responsabilidad en este campo. Sin embargo, por los término en que se promueve parece que, en ocasiones, lo que se está promoviendo es una paternidad confortable, más que responsable.  No debemos entender la responsabilidad de la paternidad y de la maternidad sólo y únicamente desde el punto de vista económico, con lo cual el problema se resolvería –como de hecho se pretende hoy en día en muchos países ricos y menos ricos– limitando el número de hijos. Es claro que la responsabilidad de los padres implica la asistencia material de los hijos, y que sería una gran irresponsabilidad no asumirlos económicamente; pero el alcance de la paternidad responsable trasciende infinitamente el ámbito material y del confort.

Tanto es así, que puede que algunos padres de familia modesta y numerosa sean muy responsables en la educación de sus hijos, porque les están transmitiendo el valor del sacrificio y del compartir con sus hermanos y hermanas sus cosas. Esta actitud es mucho más responsable que educarles egoístamente con todas las comodidades materiales que, sin embargo, muy pocas virtudes les ayuda a fomentar, y no les hace tan felices como lo serían si pudieran convivir con muchos de su misma sangre.


La responsabilidad de asumir una vida humana implica tener conciencia de que los bienes espirituales y relacionales son muy superiores a los materiales. La paz de conciencia que trae la auténtica paternidad responsable no se alcanza mediante una rendición de cuentas del tipo “les di esto, les di lo otro” sino gracias a una "conciencia sincera del don de sí", es decir, por la certeza de habernos dado nosotros mismos a los hijos, ya que supimos darles nuestro tiempo, nuestros planes, afectos, comodidades, etc. Por eso ¡qué importante es que no confundamos la paternidad responsable con la paternidad confortable!

Comentarios

Anónimo dijo…
Excelente artículo. Asumir la importancia de la relación libertad-responsabilidad es vital para la formación de los jóvenes.
Les envié el artículo a mis hijos y a sus amigos. Besito, Lillian Malavé
Anónimo dijo…
Recordé la etimología de responsabilidad, del latín respondere, como facultad de dar respuesta.

Ciertamente, la responsabilidad se vincula con el compromiso, en relaciones humanas básicas (familia, amigos, pareja, laboral). Citando a Savater, que todo inicia con la libertad, en la medida que se cumple lo prometido dentro de un contrato o convenio previo, es la garantía de responsabilidad.

Lo curioso es que éste intangible, es tan preciado como la confianza, como valores imprescindibles para evolucionar. Bendiciones mil, Mercedes.
Maravilloso escrito y que produce una gran reflexión. Me encantó lo del colibrí, muchas veces veo personas que parecen tan serenas sin darme cuenta del inmenso esfuerzo que hay que hacer para lograr ese estado. Otra idea que me impactó es la relación que hacía Juan Pablo II sobre la relación libertad- amor y responsabilidad. Por último aprender a decir sí y ser responsable de lo que acepto y aprender a decir no, cuando es necesario.
Gracias por tus escritos, siento que soy responsable de esas esas notas a las que haces referencia y tocarlas como una melodía o un gran ruido, solo dependen de mí.
Rosanna Cariello de González

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