Pienso recoger una opinión común al afirmar que los obispos de Venezuela han dado una lección de valentía y claridad en estos días. Lo han hecho como suelen hacerlo: en paz, con un lenguaje claro y respetuoso, dócil a la verdad y abierto a la esperanza. Pero seríamos ingenuos si pensásemos que su mensaje va dirigido únicamente a una parcialidad política. Quienes así lo ven puede que estén manipulando, a su conveniencia, el contenido de tan ricas enseñanzas. Veamos.

La Iglesia ha demostrado una actitud radicalmente opuesta a la violencia, a la criminalidad y a la impunidad venga de donde venga, pero ha hecho mucho énfasis también en el respeto a la vida del no nacido, dada su situación de vulnerabilidad en una sociedad marcada por profundas desigualdades socioeconómicas. Ha condenado terminantemente el aborto, llamándolo crimen contra la vida humana. Ha sostenido claramente que el respeto a la vida debe ser total y sin excepciones de ningún tipo.

Y así podría seguir citando otros casos, tantos frentes de lucha que ha mantenido la iglesia venezolana, en sintonía con la Iglesia universal. Ahora que se oye hablar tanto del peso moral de la Iglesia y de su alta credibilidad, no olvidemos que tales atributos no los posee de gratis: son el resultado de posturas irreprensibles no exentas, sin embargo, de las más duras críticas a lo largo de la historia.
@mercedesmalave
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