Marginados, excluidos y desechados de esta pseudo-revolución de amor y patria, han sido los enfermos, los pacientes, los venezolanos que sufren de cualquier enfermedad o dolencia física. No hay insumos médicos, no hay vacunas, no hay camas en los hospitales, no hay quirófanos suficientes, no hay anestesia, no hay medicinas, no hay investigación, no hay equipos para hacer diagnósticos ni aplicar tratamientos, no hay agua, no hay luz, no hay seguridad... Pero, sobre todo, no hay nadie en el Poder con el mínimo de clemencia y compasión para abogar por estos venezolanos, que son los seres más vulnerables y delicados de la crisis económica que estamos atravesando. La única noticia que tenemos de los "logros" del Ministerio de Salud, es que una de sus cabecillas se "forró" de plata, haciendo sus negocios a costa de la vida, el dolor y el dinero de todos los venezolanos.
Las historias son como para escribir libros de crónicas. Ojalá la pluma de algún cronista agudo se atreviera a recogerlas. Pero nuestro sistema de salud parece una tierra de nadie, un lugar impenetrable, una zona que ninguno se atreve a pasar. Apenas nos llegan declaraciones y denuncias sobre el tema, pero no la vivencia, la constatación de cómo se están pisoteando los derechos humanos fundamentales de niños, adultos y ancianos enfermos. Me contaba una amiga que estaba en su fase terminal de un cáncer tremendo, que cuando fue al Seguro Social a buscar el quinto o sexto tratamiento, distinto, de quimioterapia que le aplicaban, le dijeron en la ventanilla que no se lo podían dar porque, aunque ella lucía demacrada, raquítica y con una pañoleta en la cabeza, debía presentarse "personalmente y con una fe de vida". Semejante contradicción no cabe sino en una persona ciega o despiadada.

Por eso digo: ¡Tienes trabajo José Gregorio Hernández! Mientras los políticos se entregan a sus complicadas agendas, los corruptos preparan sus "guisos" y los militares van destruyendo todo lo que un civil entrega en sus manos, a ti te toca curarnos, protegernos, a través de personas que se compadezcan, librarnos de amputaciones propias de la medicina de guerra, interceder por nosotros y conseguirnos las medicinas. Sobre todo, alcánzanos el camino de la libertad y de la honradez, para poder así recuperar, poco a poco, persona a persona, nuestra dignidad enferma, infectada por la codicia de unos pocos.
@mercedesmalave
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