viernes 3 de octubre de 2014 12:00 AM
(A los lectores escépticos: No es ingenuidad ni superstición lo que planteo en este artículo. Si algo nos distingue plenamente de los animales es la capacidad de abrirnos al mundo de lo sobrenatural. Por eso, el derecho religioso se considera el primer derecho humano, después de la vida).
Iniciamos la semana con la fiesta del Arcángel San Miguel, al que se le asigna un poderío bélico sobre el demonio y sobre las fuerzas del mal. Muchos políticos se manifestaron ese día en las redes sociales pidiendo la protección de San Miguel para nuestro pueblo. Igualmente, caricaturistas como Weil plasmaron de manera brillante la poderosa fuerza que los ángeles ejercen en el mundo. La creencia en estos seres espirituales es un asunto que toca a muchas religiones –al cristianismo, al islam y al judaísmo sin duda– y fenómenos espirituales más recientes como el New Age, que tiene toda una farmacopea asociada a los ángeles. Incluso, la Iglesia Católica enseña que cada ser humano tiene su ángel particular, que está para asistirlo en cualquier necesidad, custodiarlo y guiarlo.
En estos tiempos en los que se habla tanto de mediación, de diálogo, de encuentro, de la necesidad de dirimir conflictos, de la inseguridad, de la enfermedad, de la dificultad para conseguir víveres y medicinas; de la impotencia que genera la prisión de algunos políticos, la represión, la arbitrariedad legal y constitucional, las sesiones de la Asamblea Nacional, y un largo etcétera, debo decir que la fiesta del pasado 29 de septiembre me inspiró la necesidad de poner a nuestra Venezuela bajo la custodia del Arcángel San Miguel. Y ¿quién soy yo para hacer tal cosa? La verdad es que lo ideal sería que alguna autoridad se pronunciase pero, mientras tanto, y para no quedarme de brazos cruzados, acudo a mi ángel de la guarda y le digo: "pídele a San Miguel que nos eche una mano". ¿Qué tal si cada uno de los lectores hace lo mismo?
Tenemos bien claro que ni la mediación de la Unasur ni la de los cancilleres, ni siquiera la del Vaticano –aunque cabe decir que es la más transparente y confiable de todas, porque no está apoyada sobre el gelatinoso suelo de los intereses económicos y de poder, sino sobre la roca sólida de unos principios éticos y morales que han sostenido a la Iglesia por más de dos mil años (institución más antigua del mundo)– ninguna instancia puramente terrenal podrá librarnos de los verdaderos males que aquejan a esta república nuestra maniatada por el mal en los últimos tiempos. Y no me refiero únicamente a las cuestiones políticas, sino también a la crisis de verdad, de valores, de familia, de justicia social, de igualdad y solidaridad, verdadero cáncer de nuestro tejido social y del sistema democrático.
Venezuela necesita una mediación transparente y desinteresada que nos lleve a una transición serena, no dramática, facilitada por el diálogo. A cualquiera que lo piense en serio no le quedará más remedio que implorar un milagro y, si es escéptico, a pedir la fe para comenzar. De lo contrario, o desesperamos o nos volvemos violentos en el intento por resolver esta crisis tan profunda que atraviesa Venezuela.
Y para los que sí están convencidos de la mediación de los ángeles, aquí les dejo la oración al Arcángel San Miguel: "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, ¡oh Príncipe de la Milicia Celestial!, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén".
@mercedesmalave
Iniciamos la semana con la fiesta del Arcángel San Miguel, al que se le asigna un poderío bélico sobre el demonio y sobre las fuerzas del mal. Muchos políticos se manifestaron ese día en las redes sociales pidiendo la protección de San Miguel para nuestro pueblo. Igualmente, caricaturistas como Weil plasmaron de manera brillante la poderosa fuerza que los ángeles ejercen en el mundo. La creencia en estos seres espirituales es un asunto que toca a muchas religiones –al cristianismo, al islam y al judaísmo sin duda– y fenómenos espirituales más recientes como el New Age, que tiene toda una farmacopea asociada a los ángeles. Incluso, la Iglesia Católica enseña que cada ser humano tiene su ángel particular, que está para asistirlo en cualquier necesidad, custodiarlo y guiarlo.
En estos tiempos en los que se habla tanto de mediación, de diálogo, de encuentro, de la necesidad de dirimir conflictos, de la inseguridad, de la enfermedad, de la dificultad para conseguir víveres y medicinas; de la impotencia que genera la prisión de algunos políticos, la represión, la arbitrariedad legal y constitucional, las sesiones de la Asamblea Nacional, y un largo etcétera, debo decir que la fiesta del pasado 29 de septiembre me inspiró la necesidad de poner a nuestra Venezuela bajo la custodia del Arcángel San Miguel. Y ¿quién soy yo para hacer tal cosa? La verdad es que lo ideal sería que alguna autoridad se pronunciase pero, mientras tanto, y para no quedarme de brazos cruzados, acudo a mi ángel de la guarda y le digo: "pídele a San Miguel que nos eche una mano". ¿Qué tal si cada uno de los lectores hace lo mismo?
Tenemos bien claro que ni la mediación de la Unasur ni la de los cancilleres, ni siquiera la del Vaticano –aunque cabe decir que es la más transparente y confiable de todas, porque no está apoyada sobre el gelatinoso suelo de los intereses económicos y de poder, sino sobre la roca sólida de unos principios éticos y morales que han sostenido a la Iglesia por más de dos mil años (institución más antigua del mundo)– ninguna instancia puramente terrenal podrá librarnos de los verdaderos males que aquejan a esta república nuestra maniatada por el mal en los últimos tiempos. Y no me refiero únicamente a las cuestiones políticas, sino también a la crisis de verdad, de valores, de familia, de justicia social, de igualdad y solidaridad, verdadero cáncer de nuestro tejido social y del sistema democrático.
Venezuela necesita una mediación transparente y desinteresada que nos lleve a una transición serena, no dramática, facilitada por el diálogo. A cualquiera que lo piense en serio no le quedará más remedio que implorar un milagro y, si es escéptico, a pedir la fe para comenzar. De lo contrario, o desesperamos o nos volvemos violentos en el intento por resolver esta crisis tan profunda que atraviesa Venezuela.
Y para los que sí están convencidos de la mediación de los ángeles, aquí les dejo la oración al Arcángel San Miguel: "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, ¡oh Príncipe de la Milicia Celestial!, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén".
@mercedesmalave
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