A lo largo y ancho de estos fatigosos años, los venezolanos -me atrevo a generalizar- nos hemos corrompido un poco en nuestros hábitos cotidianos. Y es que una política de controles basada en el enfrentamiento de grupos y en el resentimiento social no puede conducir a otro destino, mucho menos elevar las aspiraciones de los ciudadanos. El chavismo nos ha enseñado a mentir, pública y descaradamente, a tratarnos a empujones, a insultar, a ser violentos, a odiar, a ser vagos, vivos, vividores y ladrones; a ir tras el propio beneficio, a desconfiar de todo, a ser avaros y pesimistas respecto al futuro. Aquel que no se haya corrompido ni siquiera un 0.1% en sus prácticas económicas y laborales, ése es un héroe nacional. Todos hemos caído, más tarde o más temprano -y aunque sea un
poquito-, en el ventajismo, en el chanchullo, en la mediocridad de una prebenda para cobrar un quince y último indispensable para sobrevivir, pero que nos lleva a proyectar algo que no somos y en lo que no creemos. Nos hemos vuelto cínicos, oportunistas, materialistas y egoístas, de lo contrario, alguien nos llevará por delante, o perderemos la "oportunidad" de obtener algún bien o beneficio regala'o. Los verdaderos daños del chavismo no son los que se contabilizan en cifras en dólares, sino aquellos que se ven reflejados en los vicios cotidianos, en hábitos dañinos que se repiten constantemente en todos los ambientes sociales.
Detrás de cada estafador del gobierno, de PDVSA, Cadivi, Andorra, Fuerzas Armadas, etc., se evidencia el fracaso moral de quienes hicieron del servicio y de la administración pública su propia fuente de perdición. Detrás del boliburgués, del bolichico, del enchufado, del raspacupo, del malandro motorizado, del pran y hasta del santero y babalao, se personaliza el fracaso de un proyecto de hombre, de cultura y de nación totalmente ajeno a nuestra cultura y tradición venezolana; se trata de un modelo foráneo, denigrante y corruptor de nuestra nacionalidad.
El problema del comunismo es que intenta construir una escala de valores a su medida rastrera, valiéndose de palabras robadas a la universalidad de la naturaleza humana. Es tan pedestre y mediocre su visión del hombre que no llega a cubrir ni los más mínimos requerimientos de un individuo común y corriente. Bien lo decía Chesterton a propósito de un hombre: "Este hombre (llamémosle Jones) siempre ha deseado esas cosas divinamente corrientes: se ha casado por amor, ha escogido o construido una pequeña casa que se le ajusta como un guante; está preparado para ser un gran abuelo y un patriarca de su hogar. Pero está en una república socialista, igualitaria, científica, poseída por el Estado y gobernada por funcionarios públicos. En una palabra, la comunidad del sublime futuro. De todos modos, hay señales de que el irracional Jones sigue soñando por las noches con su vieja idea de tener una casita normal. ¡Pedía tan poco y le han ofrecido tanto! Le han ofrecido fragmentos de mundos y sistemas; le han ofrecido el Edén y
La conciencia del venezolano se ha endurecido en estos años. Nos hemos vuelto más indolentes y egoístas. Los políticos son más vulnerables a la opinión pública, y por eso están en la mira de todas las críticas de los ciudadanos. Da igual si son de la MUD o del PSUV, para muchos toditos son iguales. Pero basta un poquito de auto-reflexión y sincero examen de conciencia para darnos cuenta de que todos somos un poco ególatras y oportunistas, no por intencionalidad absoluta sino hasta por necesidad.
Los supuestos ideales del chavismo: justicia, patriotismo, solidaridad intergaláctica, amor, paz, etc., no son más que viles excusas para robar, matar, manipular y chantajear. No existe la promoción de ningún valor superior, y la prueba de ello es que no hay ni papel toalé. La historia se encargará de demostrarlo.
@mercedesmalave
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