De la sabiduría oriental nos llega este proverbio: “Sé fuerte y flexible
como el bambú que se dobla pero no se parte”. El roble, que se caracteriza por
su gran robustez y firmeza, no es capaz de resistir los embates de una fuerte
tempestad, sino el bambú que, por su gran flexibilidad puede doblarse sin
partirse y mucho menos arrancarse de raíz. De nada sirve ser duro y estático si
tarde o temprano nos quebramos o desarraigamos. Pasada la tormenta, sólo queda
en pie el bambú delgado y liviano que, vacío de sí mismo, mantuvo firmes sus
raíces a pesar de la tormenta.
Esta sencilla metáfora podemos aplicarla al dirigente demócrata-cristiano
que desee prevalecer en el juego político manteniendo intactos sus principios
éticos y doctrinales. En tiempos de dificultad como los que estamos viviendo,
los robles duros son incapaces de mostrar segura resistencia. A veces
confundimos posturas y principios fuertes, con dureza e intransigencia de
carácter. Nada más lejano de eso. La verdad y la prudencia no exigen inflexibilidad
sino adecuación de los valores y principios a las realidades concretas.
En lugar de asumir nuestra condición con la dureza del roble, el reto que
se nos presenta es el de aprender a conjugar esa doble cualidad de fortaleza y flexibilidad
del bambú. El Papa Francisco ha hecho enormes esfuerzos por abrir el corazón de
los cristianos hacia el respeto y la acogida de todas las personas
independientemente de sus posiciones, ideas, procedencias, creencias, etc.
Comentarios