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POLÍTICA Y REDENCIÓN

Quisiera hacer dos consideraciones muy breves a propósito del binomio que encabeza este artículo. Hay un documento del Concilio Vaticano II llamado la “Dei Verbum”. En él se afirma que la redención del género humano se llevó a cabo mediante hechos y palabras intrínsecamente relacionados: cada uno de los hechos confirman y cumplen las palabras reveladas y, a su vez, las palabras confirman y esclarecen los hechos que hicieron posible la salvación de los hombres. Es una descripción que puede aplicarse perfectamente a la política, disciplina que consiste, esencialmente, en el ejercicio de acciones y discursos intrínsecamente relacionados. El político convoca a las mayorías para algo: sus palabras mueven a la acción y deben encarnar un proyecto específico. Si esto es así, entonces, la política participa, de alguna manera, en la misión redentora y liberadora de los pueblos. 

Redimir significa recuperar, rescatar, liberar. Se trata de una acción que no puede quedarse en palabras pues no cumpliría su efecto. Debe producir un cambio de situación: Finiquitar, salvar o cancelar un estado de las cosas negativo y nocivo. Si no lo hace, habría fracasado en su misión.  Quizás la ineficacia en política obedezca a ese creciente alejamiento entre los hechos y las palabras: se dice una cosa, se apela a unos valores concretos, se convoca al pueblo para que haga y se comporte conforme a esos valores, pero luego los políticos viven y hacen exactamente lo contrario. Un ejemplo claro lo tenemos en las continuas llamadas al diálogo, a la reconciliación y a la unidad (palabras), mientras que las obras se van alejando notablemente de estas definiciones. El cáncer del odio político se reproduce, como bien lo vaticinó nuestro Cecilio Acosta.

La desvinculación entre hechos y palabras origina decepción y desesperanza. Tal vez sea ésa la razón por la cual el liderazgo político en Venezuela viene en franca decadencia. Sólo recuperando la coherencia entre el discurso y las obras se puede realmente rescatar el sendero del bien común que es el oficio y la misión de la Política.

Otra semejanza entre política y redención la encontramos en la economía. Se habla de una Economía de la Salvación –no salvación de la economía– a una serie de mecanismos de distribución y administración de los bienes salvíficos. La Economía de la Salvación significa que los hechos y las palabras que hicieron posible la redención del género humano deben llegar a todos los hombres sin excepción porque es para ellos, para todos. Asimismo, la política debe ejercerse con visión de administradores fieles, prudentes, transparentes, generosos, que no buscan bienes para sí mismos, sino para los demás, porque esos bienes comunes no pertenecen a un grupito de individuos sino al colectivo.

Estas dos breves consideraciones, quizás demasiado teóricas, pueden ayudar a entender por qué en Venezuela urge recuperar el sentido auténtico y vocacional de la política. De lo contrario, seguiremos despilfarrando y destruyendo el maravilloso legado que heredamos de la generación política que hizo posible los años de democracia y República Civil.  

@mercedesmalave

Comentarios

mercyluz dijo…
Muy bueno! Tal cual, es así!

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