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La ética y el derecho

Iniciemos la reflexión en torno a la ética de la comunicación intentando resolver una pregunta enviada al Consultorio Ético de la Fundación Nuevo Periodismo:

Si la distinción es ética (personal) y derecho (legal) ¿dónde queda la deontología, la autorregulación profesional? Quiero decir: ¿no cree que los propios profesionales podrían confiar en otros compañeros para, desde la distancia, ver con más claridad qué  problemas éticos existen y cuál puede ser la solución más adecuada?

Respuesta de J.D. Restrepo: La deontología define los deberes profesionales derivados de unos valores y principios éticos. La ética le proporciona el fundamento a esas normas, muestra la razón de ser de las prácticas que impone la deontología.
Y así como la ética se funda en la naturaleza del ser humano, la deontología se basa en la naturaleza de cada profesión; no es, por tanto, una creación de los profesionales; más bien, estos al explorar y conocer su profesión deducen los deberes que impone la naturaleza de esa profesión. Y si se puede hablar de normas colectivas es porque ese conocimiento de la profesión se perfecciona con el ejercicio profesional.

Así “el código deontológico abstrae los valores éticos, voluntariamente aceptados por un gremio profesional y los transforma en reglas de conducta obligatorias para los sujetos a ese ordenamiento deontológico.” (Villanueva 21)
Esta es la razón por la que comúnmente los códigos de conducta profesional se denominan indistintamente como códigos éticos, o códigos deontológicos. La deontología está inspirada en la ética.

Cita Ernesto Villanueva (Deontología informativa) a Emmanuel Derieux para agregar este elemento: “ gracias a la deontología, la ética profesional personal adquiere un reconocimiento público, la moral individual se hace trascendente en el campo de la profesión. Estos efectos proporcionan a la deontología autoridad, cohesión y unidad, facilitan su aplicación y aseguran su respeto. De esta forma los profesionales pueden adquirir una conciencia más exacta, más práctica y más justa de sus deberes y responsabilidades.”


En efecto, la ética se ocupa del comportamiento humano, no sólo en su dimensión psico-social, sino sobre todo en orden a que la persona alcance el ideal de la vida buena, en cuanto que es un ser libre, capaz de auto-dirigirse  a un fin. 

Ahora bien, si los actos humanos son libres entonces debemos decir que también son racionales. No hay auténtica libertad si falta racionalidad. Un comportamiento ciego, instintivo, excesivamente emotivo, obligado, etc., puede ser poco libre y, por ello, poco ético. El hombre debe decidir el curso de sus actos con su propia razón: "La recta razón es lo que la razón humana dictamina de suyo acerca de una acción, es decir, la recta razón es el dictamen obtenido cuando la razón procede correctamente (sin error de razonamiento) según las leyes, los principios y los fines que son propios de la razón moral en cuanto tal" (Rodríguez Luño, Etica General, Eunsa, p. 234). 

La razón humana es regla moral porque el hombre es un ser naturalmente orientado hacia el bien y la felicidad. Es cierto que muchas teorías filosóficas niegan este principio. Pero si el hombre es malo por naturaleza, la ética no tendría razón de ser sino sólo las leyes externas, y la libertad sería un sinsentido. Y en todo caso, esas leyes externas ¿quién las podría haber formulado? La realidad parece más bien indicarnos que el hombre es un ser bueno pero perfectible. Posee facultad y criterio para el bien pero debe formarse para no desviar o dañar su natural orientación hacia el bien.

Ciertamente, tanto la razón como las leyes son normativas de la conducta, en el sentido de que obligan al hombre a obrar conforme a ella. No siempre el obrar moral recto es el más apetecible ya que nuestra naturaleza se siente empujada a procurar otros fines que son más placenteros pero que no siempre están orientados hacia el bien integral de la persona (dormir en vez de estudiar, comer en lugar de guardar la dieta, reaccionar desproporcionadamente frente a un error que nos irrita, etc. etc. etc.). 






Para continuar la discusión sobre la relación entre ética y ley consúltese:


Les Miserables: ¿Qué tienen que ver el oro y la ley?

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