Comparto la reflexión de Rafael Arraíz Lucca acerca de la figura del Papa Benedicto XVI, que salió ayer en "El Nacional" bajo el título "Las lecciones de Ratzinger" (Para leerlo hay que bajar hasta el tercer artículo). Laureano Márquez también se hizo eco del artículo recomendándolo en su twiter. Vale la pena echarle un vistazo.
Al hilo del título de Rafael -que va muy en consonancia con la marcada vocación de Ratzinger a la docencia universitaria- me atrevo a enumerar algunas características del Papa que lo hacen, a mi modo de ver, un maestro estupendo para los que todavía no desisten del trabajo intelectual, a pesar de tanto cansancio y pereza mental que, hoy por hoy, invade los ambientes académicos e intelectuales de bastantes países occidentales:
1. La lucidez intelectual de Ratzinger se alimenta de dos actitudes vitales que le fortalecen como si fuesen espinacas para la inteligencia: un amor insaciable al estudio y una humildad intelectual profunda que le ayuda a no desviarse de la verdad, ni a tener demasiado en cuenta las críticas. A mí me resulta francamente conmovedor ver cómo a sus 84 años y con semejante trayectoria intelectual, todavía siga buscando argumentos sencillos, claros, que conecten con el hombre de hoy y con nuestras interrogantes que serán tan básicas para una persona tan profunda como él. Como dice Rafael, sus explicaciones parecen ser las únicas convincentes hasta ahora.
2. Ratzinger es un hombre abierto, dialogante, una persona que sabe escuchar. Esto lo ha dicho más de uno que, acercándose al Cardenal con un poco de prejuicios y miedo, al final salen impactados de la capacidad de escucha y la delicadeza en decir las cosas que tiene Ratzinger.
3. No es un hombre de prejuicios, ni de andar poniendo etiquetas ideológicas a las personas, ni se deja llevar por los cuatro estereotipos superficiales que, a veces, corren por los ambientes intelectuales. En su libro "Jesús de Nazareth" mantiene un riquísimo debate con el teólogo judío Jacob Neusner autor del libro "Un rabino habla con Jesús". Igualmente lo ha hecho con el ateo Habermas, con los musulmanes, con el Dalai Lama, etc.
4. Finalmente, para no extenderme, una característica de Ratzinger que lo hace muy cercano al hombre de hoy es su marcado estilo agustiniano. El Papa ha estudiado mucho y se inspira constantemente en la figura de San Agustín. La razón de Ratzinger es profundamente existencial, interior, reflexiva. No es un profesor de librito ni una máquina generadora de esquemas y sistemas, sino un teólogo marcadamente vital. En ocasiones ha dicho que su amor a la teología es consecuencia de su profunda necesidad de entender a Dios, al hombre y al mundo, y no del deseo de escribir manuales. Habla tanto de la razón y del logos como del corazón y del amor.
Al hilo del título de Rafael -que va muy en consonancia con la marcada vocación de Ratzinger a la docencia universitaria- me atrevo a enumerar algunas características del Papa que lo hacen, a mi modo de ver, un maestro estupendo para los que todavía no desisten del trabajo intelectual, a pesar de tanto cansancio y pereza mental que, hoy por hoy, invade los ambientes académicos e intelectuales de bastantes países occidentales:
1. La lucidez intelectual de Ratzinger se alimenta de dos actitudes vitales que le fortalecen como si fuesen espinacas para la inteligencia: un amor insaciable al estudio y una humildad intelectual profunda que le ayuda a no desviarse de la verdad, ni a tener demasiado en cuenta las críticas. A mí me resulta francamente conmovedor ver cómo a sus 84 años y con semejante trayectoria intelectual, todavía siga buscando argumentos sencillos, claros, que conecten con el hombre de hoy y con nuestras interrogantes que serán tan básicas para una persona tan profunda como él. Como dice Rafael, sus explicaciones parecen ser las únicas convincentes hasta ahora.
2. Ratzinger es un hombre abierto, dialogante, una persona que sabe escuchar. Esto lo ha dicho más de uno que, acercándose al Cardenal con un poco de prejuicios y miedo, al final salen impactados de la capacidad de escucha y la delicadeza en decir las cosas que tiene Ratzinger.
3. No es un hombre de prejuicios, ni de andar poniendo etiquetas ideológicas a las personas, ni se deja llevar por los cuatro estereotipos superficiales que, a veces, corren por los ambientes intelectuales. En su libro "Jesús de Nazareth" mantiene un riquísimo debate con el teólogo judío Jacob Neusner autor del libro "Un rabino habla con Jesús". Igualmente lo ha hecho con el ateo Habermas, con los musulmanes, con el Dalai Lama, etc.
4. Finalmente, para no extenderme, una característica de Ratzinger que lo hace muy cercano al hombre de hoy es su marcado estilo agustiniano. El Papa ha estudiado mucho y se inspira constantemente en la figura de San Agustín. La razón de Ratzinger es profundamente existencial, interior, reflexiva. No es un profesor de librito ni una máquina generadora de esquemas y sistemas, sino un teólogo marcadamente vital. En ocasiones ha dicho que su amor a la teología es consecuencia de su profunda necesidad de entender a Dios, al hombre y al mundo, y no del deseo de escribir manuales. Habla tanto de la razón y del logos como del corazón y del amor.
Comentarios