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"Alice in Wonderland": una semántica de la libertad de corazón


Hay películas que contienen tramas aparentemente sencillas, pero que asombran por la riqueza de sus símbolos. El lenguaje audiovisual ha dado a la cultura contemporánea recursos narrativos ilimitados para la narración simbólica. Parece que lo limitado es nuestra imaginación.


Tim Burton, director de cine
De vez en cuando aparecen genios del arte cinematográfico como Tim Burton, capaces de recrear en pantalla alguna obra de la literatura universal, como lo es Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo, del escritor inglés Lewis Carroll. Lo ha hecho con una maestría estupenda reconocida por la crítica.


Los símbolos ofrecen infinitas formas de lectura. Basta que hagamos el intento de profundizar en su lógica interna para que salten a la vista un mundo de significados.

Quisiera proponerte una lectura de los símbolos de Alice in Wonderland. Es verdad que la interpretación de los signos es algo muy subjetivo, pero también puede ser compartido, e incluso llegar a ser convencional.

Antes de pasar a la lectura simbólica de la película, quisiera partir de dos definiciones de la antropología que son muy importantes para la comprensión del hombre. Me refiero a la libertad y al corazón. En el lenguaje narrativo estas facultades vienen casi siempre representadas de un modo bastante convencional. A partir de estas dos nociones he intentado interpretar los símbolos de esta película.


Libertad

En el lenguaje ficticio, la libertad es la facultad por la que los personajes son capaces de emprender grandes aventuras y hazañas impensables. Gracias a su libertad el protagonista responde a la llamada a cumplir una misión que constituye el fin de la trama. Esta tensión hacia el fin es lo que da sentido a toda la historia que se narra; sin la conquista de una meta no habría nada que contar.

La libertad se ejercita tanto dentro como fuera de los personajes. Hay una dimensión interior de la libertad que se expresa en la capacidad de ganar pequeñas o grandes batallas dentro del propio mundo interior; ser capaces de vencer el miedo, por ejemplo, o de aprender a perdonar, de amar hasta el final, de ser leales a un ideal, etc.
El director (Tim Burton) con su personaje Alicia (Mia Wasikowska).

En el caso de Alice in Wonderland la dimensión de la libertad que se nos muestra es la interior: Alicia debe emprender una misión para ser más ella misma, para ganar muchedad (ser mucho más Alicia). Toda la película ocurre, por tanto, dentro del propio personaje: en sus sueños, en la intimidad de su corazón.

Corazón

El corazón es el lugar de la intimidad, de los sentimientos más profundos, de la bondad o la maldad de los personajes. Los buenos tienen un corazón noble mientras que los malos tienen un corazón rencoroso, envilecido, cruel.

En el corazón se guardan los amores, aquello que no siempre se expresa con palabras pero que los espectadores saben que los personajes tienen dentro. Es el lugar de las aspiraciones más profundas, de los proyectos y sueños, de los ideales… y también, en el corazón están los miedos, los complejos, las carencias o traumas, los resentimientos, las heridas.

El corazón y la libertad se encuentran en el interior de la persona. Las batallas interiores de la libertad ocurren en el corazón. Como consecuencia de esa dimensión interior de la libertad, los personajes se proyectan con sus acciones hacia afuera, se relacionan con los demás, asumen compromisos, enfrentan obstáculos.

Se ve también claro en las películas que los personajes no sólo tienen libertad de hacer (esto o lo otro) sino sobre todo de ser de un modo o de otro. En esto consiste la grandeza de los buenos, en que llegan a ser plenamente ellos mismos, héroes de su propia vida, gracias a que aceptan el desafío de vencer el mal y no desisten hasta conseguirlo. Si lo pensamos bien, es muy grande esta dimensión interior de la libertad.

Ahora veamos la semántica de la libertad de corazón que sugiere la película Alice in Wonderland

¿Recuerdas la historia?




Alicia es una joven que tiene la misma pesadilla desde pequeña. Sueña con un conejito blanco que la persigue y por eso ella cae por un abismo. El padre de Alicia es un soñador, un hombre fascinado por las aventuras marítimas. Ha enseñado a Alicia a pensar en seis cosas imposibles cada día antes del desayuno.

En un momento dado entramos en la pesadilla de Alicia. ¿Cómo? Hay un golpe de surrealismo, típico en este tipo de películas, que nos transporta al interior del sueño de la niña. El conejito blanco consigue que Alicia lo persiga, hasta que de repente se tropieza y cae en ese abismo que tanto temía.

Alicia cae en una sala con muchas puertas y sólo puede salir por la más pequeña. Allí descubre que en su mundo interior tiene un arma: la capacidad de hacerse pequeña (bebiendo una pócima) o de ser grande comiendo un trocito de pastel.

Cuando sale de la sala por la puerta pequeña, una serie de personajes –casi todos animales– la esperan. Ellos dudan acerca de si se trata de la verdadera Alicia o no. No les parece que tenga la personalidad suficiente para salvarlos. Al final le muestran un calendario vital que recoge toda la vida de Alicia. Para llegar a ser la verdadera Alicia, ella tiene que conseguir la meta final: vencer al dragón en el Día Gloricioso y unificar el reino bajo el dominio de la Reina Blanca.

Hay dos reinos divididos en el sueño de Alicia, debido a dos hermanas que se enfrentan. La reina mala es la Reina de Corazones y está asociada con el color rojo. La buena es la Reina Blanca.

Hay otra característica importante y es que la Reina de Corazones tiene la cabeza muy grande y por eso vive acomplejada. En cambio, la Reina Blanca es armónica; todos sus miembros guardan un tamaño proporcional y esto provoca la envidia de la hermana.

Alicia: el desafío de recuperar su muchedad reconciliando su mundo interior

Ahora intentemos hacer la lectura de algunos de los símbolos que presenta esta película, a la luz de las nociones de libertad y corazón.

Alicia emprende un viaje hacia sí misma, entra en su sueño, que podemos interpretar como que ella decide enfrentar su propia misión. Allí descubre que tiene un calendario vital que le señala una meta. Si alcanza su fin, recuperará su identidad, será más ella misma. Quienes la conocen –los personajes de su sueño– aún no logran saber si se trata de la verdadera Alicia. Es algo que ella tiene que demostrar. Una buena metáfora que describe la realidad de que el hombre es y a la vez no es, es decir, está en camino de ser más él mismo. Aún tenemos que ganar mucho de nosotros mismos, alcanzar nuestra muchedad. Se pierde muchedad cuando no se está dispuesto a enfrentar el propio proyecto inscrito en el calendario vital de los días de vida.

Para alcanzar su misión, Alicia tiene el recurso de hacerse grande o pequeña. Aquí veo otra bella ilustración de la libertad, que no siempre consiste en hacerse más y más grande, fuerte o súper-poderoso, sino en ser capaz de llegar al fin cueste lo que cueste, apostando todo lo que tenemos y lo que somos. A veces convendrá hacerse grande, fuerte, seguro. Otras veces, en cambio, conviene ir pequeño, vulnerable, necesitado de los demás. Una vez que se acepta la misión –aunque al principio haya sido casi por accidente, como le ocurrió a Alicia– entonces su cumplimiento se convierte en un sueño que ningún enemigo puede arrebatarnos. Frente al peligro, Alicia se dice a sí misma: “Es mi sueño, y en mi sueño nadie puede hacerme daño”. El que sueña sabe que es capaz de cosas imposibles. Por eso, un calendario vital –tensión hacia el fin– y un sueño (una meta o un proyecto de vida) son el mejor sentido que podemos dar a nuestra libertad.     

A primera vista desconcierta que la maldad venga simbolizada con el corazón. Se da aquí una inversión del significado convencional del signo, ya que estamos acostumbrados a asociar el corazón con el amor, con la bondad y con la amistad. Sin embargo, la Reina de Corazones es una mujer acomplejada, despótica, empeñada en deformar la realidad de las cosas para que todo se adecúe a sus defectos. ¿No son estos también peligros del corazón?

No hay nada más perverso que un corazón envilecido. Endurecida, ciega por sus complejos, la Reina de corazones quiere que todo sea como ella. Su afán de dominio le lleva a maltratar la naturaleza, golpear a los animales, insultar a las personas. Quiere que todo se rinda bajo sus pies. ¿No nos vienen a la mente, con esta caracterización, tantas actitudes del corazón humano? A veces las personas queremos dominar, hacer que la naturaleza se rinda ante nosotros. Para eso nos valemos de una cabeza grande, controladora, científica. Usamos la inteligencia para producir lo que queremos a cualquier costo.  Es el peligro de la actitud racionalista y cientificista pero poco ética. Una cabeza muy grande, una voluntad de poder, que sojuzga los buenos deseos del corazón. Además, para llegar al palacio de la Reina hay que atravesar un lago lleno de cadáveres. Pensemos en el desastre ecológico y humano que supone la explotación arbitraria de los recursos naturales y la manipulación de embriones. Son males que nacen no de la necesidad sino de corazones que están empeñados en dominar y someter.  

Por el contrario, la bondad se representa con el blanco que es símbolo de la pureza, del orden y de la paz. Además, la Reina blanca es armónica, proporcionada. Un buen símil de la pureza del corazón que no se impone, ni oprime o mutila a la persona, sino que extrae de ella toda su belleza y armonía interior.


Al final, el Reino de Alicia está en orden. Impera la pureza, la armonía, la belleza interior. Cuando despierta se siente como su padre, capaz de emprender grandes aventuras marítimas y de conquistar el mundo. 
Se podría decir mucho más... ve la película y sigue tú.

Lee también: 5 razones para ver Alice in Wonderland de Tim Burton

Comentarios

Rocío dijo…
MM! Me ha encantado tu interpretación (bueno, tu interpretación de la interpretación de sus autores) de la película de Alice...
Mil gracias!! Le voy a sacar mucho partido y le voy a dar mucha publicidad, ya sabes entre quienes: mis "adolescentes".
¡Gracias otra vez!

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