Cada año, el Museo de Louvre invita a una personalidad del mundo del arte y de la literatura a ser su "gran huesped". Le brinda la oportunidad de expresar su propia visión del arte a través de una muestra dirigida por él. En esta ocasión le ha tocado el mérito al escritor francés Jean Marie Le Clézio, Premio Nóbel de Literatura en el 2008. Escuchemos el podcast:
De los temas que toca el escritor, quisiera centrarme en su visión del arte. Aunque no he seguido la obra de Le Clézio, parece que su propuesta artística es coherente con su literatura. Según la crítica (puedes leer este artículo de Letras Libres), se trata de un escritor romántico, viajero, interesado por todas las culturas -sobre todo por las más exóticas a la suya- que prefiere percibir lo bueno antes que ejercer un rol de denuncia o de crítica social frente a las injusticias que ocurren en el Tercer Mundo, por ejemplo.
Me llama la atención la importancia que Le Clézio da al trabajo de las manos, y al valor artístico que supone adquirir cierta técnica para poder hacer un arte que merezca llamarse así. Se trata de una cualidad esencial para que la democratización del arte no se convierta en un basurero de material de desecho... La gran riqueza del arte está, para Le Clézio, en la habilidad de crear con las manos grandes obras. Habilidad que trasciende las clases sociales, la formación profesional y el nivel cultural de la gente, porque se trata de otro modo de cultivar la inteligencia que no depende tanto de la academia sino de la propia exigencia, dedicación y capacidad de creación.
La disciplina de las manos es una cualidad que nos abre hacia las grandes posibilidades creadoras del espíritu. Pienso también en los trabajos del hogar, en las tareas de la atención directa a la persona. ¡Cuántas dimensiones del servicio -al hombre, a la sociedad, a la cultura- pasan por una dedicación seria y por un esfuerzo creativo de las manos.
De los temas que toca el escritor, quisiera centrarme en su visión del arte. Aunque no he seguido la obra de Le Clézio, parece que su propuesta artística es coherente con su literatura. Según la crítica (puedes leer este artículo de Letras Libres), se trata de un escritor romántico, viajero, interesado por todas las culturas -sobre todo por las más exóticas a la suya- que prefiere percibir lo bueno antes que ejercer un rol de denuncia o de crítica social frente a las injusticias que ocurren en el Tercer Mundo, por ejemplo.
Me llama la atención la importancia que Le Clézio da al trabajo de las manos, y al valor artístico que supone adquirir cierta técnica para poder hacer un arte que merezca llamarse así. Se trata de una cualidad esencial para que la democratización del arte no se convierta en un basurero de material de desecho... La gran riqueza del arte está, para Le Clézio, en la habilidad de crear con las manos grandes obras. Habilidad que trasciende las clases sociales, la formación profesional y el nivel cultural de la gente, porque se trata de otro modo de cultivar la inteligencia que no depende tanto de la academia sino de la propia exigencia, dedicación y capacidad de creación.
La disciplina de las manos es una cualidad que nos abre hacia las grandes posibilidades creadoras del espíritu. Pienso también en los trabajos del hogar, en las tareas de la atención directa a la persona. ¡Cuántas dimensiones del servicio -al hombre, a la sociedad, a la cultura- pasan por una dedicación seria y por un esfuerzo creativo de las manos.
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