Ir al contenido principal

El Caudillo Cultural





Así titula Enrique Krauze un capítulo dedicado al maestro mexicano José Vasconcelos (1882-1959), en su libro Redentores (Debate, 2011). Promotor infatigable de las letras y de la cultura mexicana,Vasconcelos fomentó una auténtica tormenta de libros en México. Durante el régimen de Porfirio Díaz, el analfabetismo había ascendido al 80% de la población. Para el año de 1920, México contaba con apenas 70 bibliotecas, de las cuales 39 eran públicas.




Cuatro años después (1924), el Ministro Vasconcelos habría dejado 1916 bibliotecas públicas, obreras, escolares, diversas y circulantes. La colección de libros más sencilla, editada bajo su dirección, contenía libros de las materias habituales (aritmética, física, biología, etc.) e incluía los Evangelios, El Quijote y una antología de Las cien mejores poesías mexicanas.

Se llegaron a distribuir 297.103 libros en todo el territorio mexicano. Vasconcelos creía firmemente en el poder civilizador y estético de la literatura. Decía que se comienza leyendo la Ilíada de Homero y los principales clásicos griegos, porque son la raíz de toda nuestra literatura, y luego se van incorporando otros clásicos, como la Divina Comedia, la obra de Lope de Vega, Calderón de la Barca y el Quijote de Cervantes “libro sublime donde se revela el temperamento de nuestra estirpe”. A ellos sumaba los mejores poetas y prosistas de hispanoamérica y de México. No dejaba de incluir algunos libros de ensayo que versaran sobre la cuestión social. Por último, incluía también la prosa moderna en sus mejores exponentes.

Fue la labor de un Ministro de Educación que recordaría esos años así: “Y nos lanzamos a enseñarles a leer...a la vista estaba ya la aurora del México nuevo, que todos debíamos construir...Y en seguida el alfabeto, la lectura de una buena prosa, y al final versos, demostración inequívoca de lo que se podía hacer con una lengua que se conocía y se amaba”.

Un caudillo cultural, un hombre que, desde que se inició como rector de la Universidad de México, iba anunciando una nueva cruzada educativa, ya que puso a la Universidad a “derramar sus tesoros y trabajar para el pueblo”.

¿No soñamos con un Ministro de Educación así?

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Bovarismo criollo

A Jules de Gaultier le debemos el hallazgo de ese curioso mal que aqueja a los personajes de Flaubert, inmortalizado en Emma Bovary. Se trata de la tendencia a concebirse distinto de como se es. “Todo hombre, en el fondo, es un bovarista” decía Antonio Caso. Ninguno de nosotros es libre de espejismos, máxime en un mundo donde un App o un laboratorio de tuits, construye, crea y convierte la ficción en información -síntesis apretada del fenómeno de la posverdad-. Basta que una idea o fantasía se asome en la conciencia para que los individuos tiendan a volverla realidad: “Nos vamos sacrificando a nuestra mentira”, sentenciaba precipitadamente el filósofo mexicano.   Así las cosas, el impulso bovarista o inclinación a pensarnos diverso de como somos en realidad, constituye la fábrica por excelencia de idealismos, utopías o ideologías autorreferenciales. Basta que el individuo que pretenda encarnar su falsa idea de sí sea un líder carismático para que aquello cunda por doquier, apoyánd...

Ganar confianza

El 10 de agosto de 1946, un presidente italiano, Alcide de Gasperi, se presentó a la Conferencia de Paz celebrada en París, luego de que su país fue considerado por las grandes potencias mundiales un ex-enemigo por haber sido cómplice del nazismo bajo el régimen del fascismo. Para De Gasperi, antifascista radical, constituía un auténtico oprobio ser tachado de fascista. No obstante se presenta ante esa asamblea mundial sin ánimo revanchista ni espíritu victimista, sino como doliente de una nación arruinada y condenada al castigo por haber perdido la guerra:  “Tomo la palabra -dijo De Gasperi- en esta asamblea mundial sintiendo que todo, excepto vuestra personal cortesía, está en contra de mi; sobre todo por esta condición de ex-enemigo que me hace ser el imputado que ha venido aquí luego de que los más influyentes de ustedes hayan formulado sus conclusiones en una larga y fatigosa elaboración”. De Gasperi tiene la enorme tarea de ganarse nuevamente la confianza de la comunidad inte...

El lenguaje como habitat de racionalidad y relacionalidad

“Vivimos inmersos en signos.  Los seres humanos tenemos  la capacidad de convertir en signos todo lo que tocamos.  Cualquier objeto, sea natural o cultural, un color, un trozo   de tela, un dibujo, cualquier cosa relacionada con nosotros  puede adquirir un valor añadido, un significado.    A la dimensión ontológica que las cosas tienen, los seres humanos   añadimos una nueva dimensión, la semiótica, esto es, su empleo   como signos para manifestarnos unos a otros lo que pensamos,   lo que queremos, lo que sentimos y lo que advertimos   en nuestra relación con el mundo”.                                              Francisco Conesa y Jaime Nubiola El conocimiento intelectual posee una enorme capacidad de representación de todas aquellas cosas que conocemos, y de la valoración que damos a lo conocido. Por eso, vivim...