Narra el editor crítico de Camino, el libro de consideraciones espirituales más conocido del santo Escrivá de Balaguer, que el punto número 4 de su obra rezaba de la siguiente manera en sus apuntes iniciales previos a la publicación: "No digas: ‘es mi genio así..., son cosas de mi carácter'. Son cosas de tu falta de carácter: sé varón, aunque hayas nacido mujer". Pero cuando se publicó, el autor decidió omitir la precisión "aunque hayas nacido mujer", para acentuar la universalidad del consejo, sin explicativas innecesarias. Lo pueden consultar en Internet.
Me resultó interesante el hallazgo de la formulación de la cuarta consideración de Camino, pues siempre me ha parecido que el feminismo, si de algo peca, es de no entender que las virtudes humanas son universales, aunque se expresen de manera distinta, y complementaria, en el varón y en la mujer. Y es tan ciertamente así, que una virtud cuya formulación es claramente masculina, como lo es la virilidad, jamás –ni en la Biblia ni en el cristianismo ni en la enseñanza de los santos– ha estado negada a las mujeres. Muy por el contrario, desde el acontecimiento histórico del Calvario, que muestra a tres mujeres y un joven al pie de la Cruz, mientras que todos los demás varones estaban escondidos, quedó claro que la reciedumbre y la fortaleza necesarias para asumir el dolor corresponden, sobre todo, a jóvenes y damas.
Hago esta reflexión porque es evidente que los acontecimientos que estamos viviendo en el país demuestran, una vez más, la fuerza, el carácter y el temple de las mujeres y de los jóvenes. No hacen falta reivindicaciones feministas, ni chillidos ni clamores de igualdad: simplemente, las mujeres demuestran su ingenio bélico y su fortaleza de carácter, sin necesidad de renunciar a su feminidad, ni de apuntarse a causas beligerantes por razones de sexo, aunque a veces tengamos que enfrentar ambientes machistas, pero lo hacemos con las mismas armas con las que afrontamos cualquier otra lucha social. Por eso, mientras más dura se ponga la cosa, mientras más nos asfixie la polución de una ideología opresora, las mujeres debemos responder con elegancia, con finura de espíritu, con sutileza humana, pero con virilidad.
¡Cómo no mencionar aquí a la líder birmana Aung San Suu Kyi! Premio Nobel de la Paz, figura emblemática de la oposición a la dictadura militar de su país. Su carácter fuerte, recio, y al mismo tiempo altamente femenino, quedó muy bien plasmado en la película The Lady que recomiendo ampliamente, con deseos de discutirla con mis lectores. En una síntesis muy sencilla acerca de en qué consistía su aporte a la nación dijo una vez: "La historia nos ha dado la oportunidad de ofrecer lo mejor de nosotras mismas a una causa en la que creemos". No busquemos fuera lo que nos sobra por dentro.
@mercedesmalave
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