Dice el filósofo argentino Damián Fernández Pedemonte: “No nos alcanzará con haber desarrollado una ética de la acción: es decir, saber qué hacer o qué omitir, buscar el bien y evitar el mal, ejercitarnos en la virtud y combatir el vicio. Además de esto, más o menos asentado, nos tocará ahora edificar una ética pasiva, de la recepción de lo que nos llega sin buscar: una ética de la hospitalidad, según Daniel Innerarity” (Damián Fernández). En efecto, el concepto de hospitalidad ilustra muy bien la realidad de que ninguna existencia se desarrolla con absoluta autonomía, que no existe un «yo» sin sus circunstancias, como bien apuntaba Ortega y Gasset; y que desarrollamos nuestro ser en un entramado de relaciones de interdependencia con hechos y personas que nos van definiendo y transformando. Hoy, la concepción de identidad entendida como conciencia de pertenencia a un determinado grupo, específico y bien delimitado, viene debilitándose por la facilidad de reinterpretarse y reconfigura
¡Acompáñame a recorrer nuestro tiempo con sentido crítico y positivo! Mercedes Malavé