Otra historia similar a la de Irene Villar
Recuerdo a una escritora alemana, Karin Struck. Durante muchos años, Karin fue una novelista famosa. En sus tiempos de universitaria, militó en el partido comunista; después, propagó el amor libre y la homosexualidad. Decidió vivir sola con sus cuatro hijos, sin marido ni novios.
Un día abortó a su quinto hijo. Aunque no practicaba ninguna religión y vivía ajena a los tradicionales códigos éticos, quedó profundamente asustada del acto que había cometido. Con su sensibilidad de artista, expresó su angustia en un libro titulado “Ich seh mein Kind im Traum” (“Veo a mi hijo en sueños”, 1992).
A raíz de la publicación de ese libro, su vida cambió radicalmente. Las grandes editoriales le cerraron las puertas, y también las revistas importantes, la radio y la televisión rechazaron sus colaboraciones habituales. Karin quedó completamente marginada, eliminada de la mirada del gran público. Y tomó conciencia, cada vez más profunda, del grado de enfermedad de nuestras sociedades.
Fue una mujer radical y valiente. Cuando se dio cuenta de que estaba financiando –indirectamente– miles de abortos, por el mero hecho de pagar la seguridad social, se dio de baja en ella, junto con sus cuatro hijos. Pero pocas semanas más tarde, tuvo un accidente gravísimo con su hijo pequeño en el coche: tanto ella como el niño quedaron en coma, precisaban de varias intervenciones quirúrgicas y de largos períodos en el hospital. Desde el punto de vista de su situación económica, esto significaba que Karin había caído en la indigencia.
Sin embargo, no estaba sola. Los grupos pro vida –de Alemania, Suiza y Austria– y muchas personas singulares que la habían conocido a través de su libro contra el aborto formaron una red de ayuda para Karin. Le socorrieron tanto material, como espiritualmente; le dieron fuerza para replantear su vida desde los cimientos, y ánimo para salir adelante. En una de sus últimas cartas, Karin me contó: “Ahora limpio las casas de otras familias y, en algún momento, espero terminar mis estudios. Ya no soy famosa, ni quiero serlo. Por fin, estoy en paz”.
La autora del texto es Jutta Burggraf, Profesora de Teología Dogmática y de Ecumenismo de la Universidad de Navarra. Se trata de un extracto de la conferencia que pronunció en el Congreso Internacional Provida, celebrado en Zaragoza. Leer el texto completo aquí.
Recuerdo a una escritora alemana, Karin Struck. Durante muchos años, Karin fue una novelista famosa. En sus tiempos de universitaria, militó en el partido comunista; después, propagó el amor libre y la homosexualidad. Decidió vivir sola con sus cuatro hijos, sin marido ni novios.
Un día abortó a su quinto hijo. Aunque no practicaba ninguna religión y vivía ajena a los tradicionales códigos éticos, quedó profundamente asustada del acto que había cometido. Con su sensibilidad de artista, expresó su angustia en un libro titulado “Ich seh mein Kind im Traum” (“Veo a mi hijo en sueños”, 1992).
A raíz de la publicación de ese libro, su vida cambió radicalmente. Las grandes editoriales le cerraron las puertas, y también las revistas importantes, la radio y la televisión rechazaron sus colaboraciones habituales. Karin quedó completamente marginada, eliminada de la mirada del gran público. Y tomó conciencia, cada vez más profunda, del grado de enfermedad de nuestras sociedades.
Fue una mujer radical y valiente. Cuando se dio cuenta de que estaba financiando –indirectamente– miles de abortos, por el mero hecho de pagar la seguridad social, se dio de baja en ella, junto con sus cuatro hijos. Pero pocas semanas más tarde, tuvo un accidente gravísimo con su hijo pequeño en el coche: tanto ella como el niño quedaron en coma, precisaban de varias intervenciones quirúrgicas y de largos períodos en el hospital. Desde el punto de vista de su situación económica, esto significaba que Karin había caído en la indigencia.
Sin embargo, no estaba sola. Los grupos pro vida –de Alemania, Suiza y Austria– y muchas personas singulares que la habían conocido a través de su libro contra el aborto formaron una red de ayuda para Karin. Le socorrieron tanto material, como espiritualmente; le dieron fuerza para replantear su vida desde los cimientos, y ánimo para salir adelante. En una de sus últimas cartas, Karin me contó: “Ahora limpio las casas de otras familias y, en algún momento, espero terminar mis estudios. Ya no soy famosa, ni quiero serlo. Por fin, estoy en paz”.
La autora del texto es Jutta Burggraf, Profesora de Teología Dogmática y de Ecumenismo de la Universidad de Navarra. Se trata de un extracto de la conferencia que pronunció en el Congreso Internacional Provida, celebrado en Zaragoza. Leer el texto completo aquí.
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