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Lipdub: el sentido del culto


En los fenómenos mediáticos podemos encontrar algunos rasgos perennes del hombre.
Y son interesantes porque hacen ver la creatividad con la que la naturaleza humana se expresa según las distintas épocas y sensibilidades. También ayudan a comprender problemáticas más complejas del hombre actual que, igualmente se observan en esas mismas acciones genuinamente humanas. El llamado lipdub, "doblaje de labios" es una muestra de esto. A partir de ellos podemos reflexionar en un comportamiento característico de las personas que son los actos de culto

Comencemos por definir el lipdub: "Un lipdublip dub ("doblaje de labios") es un vídeo musical realizado por un grupo de personas que sincronizan sus labios, gestos y movimientos con una canción popular o cualquier otra fuente musical. Se suele realizar en una sola toma (plano secuencia), en la que los participantes hacen playback mientras suena la música en un reproductor móvil" (Wikipedia). 

En primer lugar se nos habla de un acto de sincronización social que incluye a la totalidad de la persona: movimientos, lenguaje, gestos y palabras. Se trata de poner todas las facultades físicas como acompañante de aquello que se está diciendo, o cantando. Y todo esto en un mismo momento, todos juntos, reunidos.Un acto cultual es posible si hay convocatoria. Hay culto siempre que se da ese "todo yo" unido al "todos nosotros".

Luego, prosigue Wikipedia: "Con estos vídeos, sus autores, además de realizar de forma colectiva una experiencia creativa, muy divertida y sin complicaciones técnicas, suelen tratar de mostrar el buen ambiente en una institución determinada: universidad, empresa, etcétera". Los actos de culto sirven para fortalecer el sentido de pertenencia, facilitan la integración de las personas, afianzan la identidad. 


Es claro que cuando hablamos de manifestaciones cultuales lo primero que se nos viene a la mente es Dios, ya que solemos asociarlas con actos religiosos.  Tradicionalmente, el culto es el acto por el cual los hombres, reunidos en comunidad, elevan sus potencias a Dios para implorarle, para darle gracias para adorarle. Por el hecho de que forma parte de nuestra naturaleza, todas las religiones tienen manifestaciones cultuales. Como dice George Weigel: "El verdadero culto, igual que el verdadero amor, no significa mirarse a los ojos, sino mirar juntos, en un clima de amor, al que que es el Amor consumado".

Los actos de culto, lo vemos en los lipdub, se llevan a cabo en un clima de amistad, de congenialidad, de entrega del propio tiempo para servir a una representación común. Los actos de culto no son protagónicos. Pero retornemos a la historia del lipdub para conocer sus orígenes: "El término lip dub fue acuñado el 14 de diciembre de 2006 por Jakob Lodwick, fundador de Vimeo, en un vídeo titulado Lip Dubbing: Endless Dream. En la descripción del vídeo escribió lo siguiente:
"Di una vuelta con una canción sonando por mis auriculares, y me grabé a mí mismo cantando. Cuando llegué a casa lo abrí con iMovie y añadí el MP3 de la canción real, sincronizándolo con mi vídeo. ¿Hay un nombre para esto? Si no es así, yo sugiero lip dubbing".

Es claro que cuando Jake Lodwick creó este método se encontraba solo, y que lo hizo con un sentido experimental. Afortunadamente, el lipdubbing ha evolucionado hacia formas más sociales y menos protagónicas. En todo caso, en los lipdub sí que se verifica cómo, en nuestros días, el culto a Dios a veces viene sustituido por el culto a la cámara, esto es, a la retención del instante, de momentos de dicha, de actos divertidos, de cosas bonitas o interesantes. Incluso puede tratarse de cosas aparentes. En el verdadero culto, como es el amor a una persona el motivo de la acción común, los que ejercen este acto experimentan una transformación. En cambio, el culto por entretenimiento no nos transforma más que por unos pocos instantes.

Karol Wojtyla deportista y admirador
de la Naturaleza
Por eso, para evitar un desordenado culto a la retención del instante -con el fin de mostrar luego una cosa externa a mí- a veces conviene únicamente contemplar. Contemplar conlleva, por su mismo dinamismo, no a retener sino a dejarse retener por el instante: "Déjate envolver por el momento presente, sin pensar en el futuro" Contemplar es, en cierto modo, un acto de entrega, un modo de darse. Por eso en la contemplación también hay culto. ¿Y si me olvido? ¿Y la memoria? La contemplación más que para ayudarnos a recordar está para ayudarnos a crecer interiormente. En ocasiones puede que la distracción de la cámara disperse, impida la acción modeladora de la realidad, de las relaciones sociales, de la naturaleza. Si todo nuestro interior gira en torno a lo que vendrá después, a lo que veré luego, entonces se nos escapa el presente, y se nos escapa la acción transformadora de  los ritos.  Los grandes hombres -intelectuales, religiosos, políticos, etc.- que en este momento me vienen a la mente, han sido grandes contemplativos.

En todo caso, no se trata de condenar estas manifestaciones mediáticas porque no son deshumanas. Simplemente de ayudarnos a pensar. Quizás lo que a veces hace falta es una finalidad más clara que sea beneficiosa para el hombre: un paso de lo virtual a lo real. Uno de los lipdub que ha hecho record por la cantidad de personas que involucró, fue el que representó la famosa canción de Don McLean, «American Pie» (1971), conocida también como El día que murió la música.  A propósito de la religiosidad implícita en la música, compañera perenne de los actos de culto, esta canción, si bien refleja el clima de ateísmo y de burla a la religión que caracterizó a la generación hippie, hace alusión a cómo Dios recibe la música como una de las ofrendas más grandes que el hombre le puede otorgar:
  • And the three men I admire most, the Father, Son and the Holy Ghost / They caught their last train for the coast the day the music died.
  • Y los tres hombres que más admiro, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo / tomaron el último tren a la costa el día en que la música murió.

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