Lleva tiempo sonando la canción "Sueños" de Diego Torres y Julieta Venegas, y, desde hace tiempo, intento describir un fenómeno de la comunicación interpersonal que no encontraba palabras para hacerlo.
Ahora creo que he encontrado una clave en la letra de esta canción, tal vez forzando un poco el mensaje y cambiando algunas palabras, pero la comparación va igualmente...
Y es que, además, acabo de leer una frase de un importante estudioso de la comunicación, George Miller, que es fuerte, dolorosa, pero que a veces parece cierta. Refiriéndose a la capacidad que tenemos de transmitir bien los mensajes, o sea, de ser buenos canales de comunicación decía: "Es ciertamente un acto de caridad llamar canal al hombre. Comparado con los canales telefónicos o de televisión, sería mejor caracterizarlo como un obstáculo" (Psicología de la Comunicación, Paidós, Buenos Aires, 1973, p. 46).
Un buen canal deja fluir lo que lleva dentro de manera pura, sin alterar el contenido. El clásico modelo de la comunicación coloca a un emisor que envía un mensaje a un receptor por medio de un canal. En realidad son dos los canales de la comunicación: el propio emisor y un canal artificial. El primer responsable de transmitir bien un mensaje es el propio emisor. Comunicamos lo que percibimos de fuera y lo que llevamos dentro, aunque, en realidad, toda comunicación supone dar algo de dentro de nosotros mismos. No somos buenos canales cuando tergiversamos las cosas, o cuando no entendemos o, simplemente, cuando no somos capaces de decirlo tal y como lo llevamos dentro, ya sea por vergüenza, miedo, egoísmo, ira, etc.
Entonces es aquí donde me pareció que el estribillo de la canción mencionada nos puede dar luces:
Deja que tus sueños sean olas que se van
libres como el viento en mitad del mar
Sustituyendo "sueños" por "palabras" tenemos
Deja que tus palabras sean olas que se van
libres como el viento en mitad del mar
¿Por qué muchas veces no somos buenos canales de comunicación? ¿A qué se deben esas dificultades humanas a la hora de contar las cosas? Pensaba, ahora que comienzan las vacaciones, que el verdadero descanso de los problemas laborales, del stress de la ciudad, de las discusiones familiares, etc., lo obtendríamos si pudiésemos evitar los famosos problemas de comunicación, al menos durante este lapso de tiempo. ¡Vale la pena intentarlo!
La frase de la canción hace alusión a la libertad de los sueños... y de las palabras. Lo contrario es el afán de posesión, la retención injusta de las cosas, de las situaciones, el interés de obtener un beneficio "para mí". Soy consciente de que esta idea sale constantemente en las reflexiones de este blog... me parece un tema crucial.
Pongamos un ejemplo: recibo una noticia, un mensaje para transmitir, un comentario. En ese momento nos ponemos en situación de ejercer como canales de comunicar algo a otro. Surge también, automáticamente, una valoración interna del asunto, una apreciación, una opinión, incluso la posibilidad de obtener un beneficio o un reconocimiento. Ciertamente, no somos canales inertes, como la televisión o el celular, y por eso cabe la posibilidad de alterar el contenido de lo que se va a comunicar.
Frente a esta situación surge un primer acto de la conciencia que me parece esencial si queremos comunicarnos mejor: aprender a distinguir entre lo que he recibido y lo que yo agrego. Esto se expresa con una fórmula que más o menos puede ser así: "he oído... pero yo creo...", o algo similar. Dejar en libertad las palabras, sean verdad o no, buenas o malas, claras o confusas, es un buen modo de mejorar nuestro modo de comunicarnos.
Dejar en libertad las palabras supone, muchas veces, respetar la libertad de los demás. Siempre hay un alguien detrás de cualquier mensaje. Por eso
Deja que sus palabras sean olas que se van
libres como el viento en mitad del mar
Cuando retenemos exageradamente un comentario, una idea o una opinión, corremos el peligro de volvernos personas obsesionadas. Las palabras deben fluir, dentro y fuera de nosotros. La captación de las cosas no es algo estático y perfecto, sino que va mejorando con el diálogo. Dialogar es dejar pasar las palabras, sin dejar de caminar juntos, sin interrumpir, sin cortar la inspiración, sin prejuzgar. Bonita definición se puede sacar de la misma canción:
Soy como el agua del río
y por el camino me dejo llevar
porque aprendí que la vida por todo lo malo algo bueno te da
Procuremos ser personas que están en vías de aprender a dialogar, aunque nos lleve una vida lograrlo...
Ahora creo que he encontrado una clave en la letra de esta canción, tal vez forzando un poco el mensaje y cambiando algunas palabras, pero la comparación va igualmente...
Y es que, además, acabo de leer una frase de un importante estudioso de la comunicación, George Miller, que es fuerte, dolorosa, pero que a veces parece cierta. Refiriéndose a la capacidad que tenemos de transmitir bien los mensajes, o sea, de ser buenos canales de comunicación decía: "Es ciertamente un acto de caridad llamar canal al hombre. Comparado con los canales telefónicos o de televisión, sería mejor caracterizarlo como un obstáculo" (Psicología de la Comunicación, Paidós, Buenos Aires, 1973, p. 46).
Canales de Venecia: dicen que están muy contaminados |
Entonces es aquí donde me pareció que el estribillo de la canción mencionada nos puede dar luces:
libres como el viento en mitad del mar
Sustituyendo "sueños" por "palabras" tenemos
Deja que tus palabras sean olas que se van
libres como el viento en mitad del mar
¿Por qué muchas veces no somos buenos canales de comunicación? ¿A qué se deben esas dificultades humanas a la hora de contar las cosas? Pensaba, ahora que comienzan las vacaciones, que el verdadero descanso de los problemas laborales, del stress de la ciudad, de las discusiones familiares, etc., lo obtendríamos si pudiésemos evitar los famosos problemas de comunicación, al menos durante este lapso de tiempo. ¡Vale la pena intentarlo!
La frase de la canción hace alusión a la libertad de los sueños... y de las palabras. Lo contrario es el afán de posesión, la retención injusta de las cosas, de las situaciones, el interés de obtener un beneficio "para mí". Soy consciente de que esta idea sale constantemente en las reflexiones de este blog... me parece un tema crucial.
Pongamos un ejemplo: recibo una noticia, un mensaje para transmitir, un comentario. En ese momento nos ponemos en situación de ejercer como canales de comunicar algo a otro. Surge también, automáticamente, una valoración interna del asunto, una apreciación, una opinión, incluso la posibilidad de obtener un beneficio o un reconocimiento. Ciertamente, no somos canales inertes, como la televisión o el celular, y por eso cabe la posibilidad de alterar el contenido de lo que se va a comunicar.
Frente a esta situación surge un primer acto de la conciencia que me parece esencial si queremos comunicarnos mejor: aprender a distinguir entre lo que he recibido y lo que yo agrego. Esto se expresa con una fórmula que más o menos puede ser así: "he oído... pero yo creo...", o algo similar. Dejar en libertad las palabras, sean verdad o no, buenas o malas, claras o confusas, es un buen modo de mejorar nuestro modo de comunicarnos.
Dejar en libertad las palabras supone, muchas veces, respetar la libertad de los demás. Siempre hay un alguien detrás de cualquier mensaje. Por eso
Deja que sus palabras sean olas que se van
libres como el viento en mitad del mar
Cuando retenemos exageradamente un comentario, una idea o una opinión, corremos el peligro de volvernos personas obsesionadas. Las palabras deben fluir, dentro y fuera de nosotros. La captación de las cosas no es algo estático y perfecto, sino que va mejorando con el diálogo. Dialogar es dejar pasar las palabras, sin dejar de caminar juntos, sin interrumpir, sin cortar la inspiración, sin prejuzgar. Bonita definición se puede sacar de la misma canción:
Soy como el agua del río
y por el camino me dejo llevar
porque aprendí que la vida por todo lo malo algo bueno te da
Procuremos ser personas que están en vías de aprender a dialogar, aunque nos lleve una vida lograrlo...
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