Los pactos de convivencia, gobernabilidad, pluralismo, tolerancia o como queramos llamarlos, no se firman ni se decretan: se construyen. Se trata de una experiencia que tenemos que hacer propia en la cotidianidad, en las crisis, en los momentos de aciertos y desaciertos. Los acuerdos políticos no se quedan en un intercambio de bienes materiales y punto, cada uno a lo suyo, sino que miran hacia consecución de sueños y proyectos sociales, para lo cual se necesita tomar una infinidad de decisiones conjuntas. Como una familia, sencillamente.
Yo veo la Mesa de la Unidad Democrática como un esfuerzo de convivencia política, plural, democrática. Se le llama también de oposición, y lo es, pero en el sentido más profundo y radical del contexto socio-político que estamos viviendo: frente al pensamiento único, pluralidad; frente al militarismo de estado: civilidad y división de poderes; frente a la ideología marxista de confrontación y lucha social: unidad, sumar, sumar sumar; frente al autoritarismo de uno, el concierto de todos. Por eso, se puede llamar también, en lugar de movimiento de oposición, solución.
Pero la situación de desesperación e impotencia que experimentamos, frente a los atropellos, las injusticias, la humillación, la mentira, la corrupción y la lentitud con la que transcurre el cambio que demandamos nos lleva a claudicar: “¡Qué va! ¡Definitivamente, no funciona! ¡Parecemos tontos! ¡Esto es inaguantable! ¡Me MUDo!”. Está claro que mi argumento no se refiere a los venezolanos que forzosamente se tienen que ir del país, sino a los que piensan que el tiempo de la MUD se venció, que ya cumplió su misión, que tenemos que pasar a otra etapa. Y uno se pregunta: ¿A cuál etapa tenemos que pasar? ¿Cuál es el liderazgo que tenemos que construir? ¿Hacia dónde queremos realmente ir?
Independientemente del sueño, legítimo y democrático, que cada uno tiene respecto a quién deba ser el próximo presidente de Venezuela, es necesario, fun-da-men-tal, que todos asumamos el compromiso y la invitación a formar un gobierno de unidad nacional, descentralizado y plural. Eso es lo que la MUD propone, y lo que está tratando de construir, con sus más y sus menos. Es una labor ardua pero hermosa porque es profundamente democrática.
Por encima de las ideas confusas y pasajeras que todos enfrentamos cada día, al constatar que hoy nos gusta éste, mañana nos gusta el otro; hoy estamos de acuerdo con la postura de uno, mañana resulta que ya no nos parece bien lo que hace, y así sucesivamente; por encima de ese torbellino de pasiones que arrastra consigo la política, hay que tener ideas madres, ideas patrias. Y ésta es una: que en esta hora de la historia nos toca construir la unidad nacional de todos los venezolanos.
No me atrevo a opinar sobre lo que supuso el pacto de Puntofijo para nuestra historia contemporánea; hay mucho escrito y podemos seguir profundizando y aprendiendo tanto más. Lo que sí resulta evidente es que la MUD es mucho más amplia. Son 23 partidos políticos más otros actores que firmaron ese compromiso e invitación a formar un gobierno de unidad nacional. Yo te invito a que lo leas -está en la página web-, y a que lo pienses mirando hacia el futuro. Luego quizás coincidas conmigo: ¡No me MUDo!
¡Sígueme! @mercedesmalave
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