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Sin la ética no hay solución a la crisis de Venezuela

En la reciente entrevista que publicó El Universal al doctor Héctor Silva Michelena salió a relucir el polémico discurso que pronunció con motivo de su incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicas, el 9 de julio de 2009. Aunque desconozco los motivos de la polémica, tuve la curiosidad de enterarme de qué fue lo que dijo. Tal vez vivimos poco enterados de lo que dicen y piensan nuestros intelectuales. Leer el periódico es algo, pero no es suficiente. Y creo que es importante hacerlo porque además de ser un buen antídoto contra la promoción de la incultura y el atraso de la inteligencia que pretende imponer el chavismo, es también una manifestación de que estamos convencidos del potencial humano e intelectual que tenemos en nuestra tierra.
El discurso de Silva Michelena trata de la importancia de la ética social en la economía. Me pareció fácil de leer y pedagógico. Hace un repaso de las distintas visiones de la ética que imperan en nuestros días, y explica el porqué es imposible construir una ética sobre la concepción socialista –y marxista – del hombre y de la economía. Sus análisis parecen estar inspirados en las ideas del filósofo político y moral John Rawls que publicó en 1971 una importante obra titulada Teoría de la justicia, en la que explica sus dos célebres principios de justicia: El principio de la libertad y El principio de la diferencia.
Silva Michelena parece convencido de que el principio esencial de la ética social y económica es la justicia. En torno a este valor fundamental giran las diferentes teorías contemporáneas e intentan dar soluciones. En el discurso explica las cuatro más importantes: el utilitarismo, el libertarismo, el marxismo y el igualitarismo liberal. La última es la que propone Rawls y es la que más convence a Silva Michelena.
Pienso que el núcleo del discurso del nuevo miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas está cuando explica que el complemento natural del igualitarismo liberal es la ética personal, porque la clave de la justicia social está en el compromiso ético de cada persona. Esta ética personal debe estar basada en principios “razonables” que orienten la conducta, con el fin de establecer relaciones justas entre los miembros de una sociedad, comenzando por la familia. Es una idea similar a la que propone el Papa Benedicto XVI en su Encíclica social Caritas in Veritate, cuando dice que “la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento [pero] no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona” (n. 45).¿Qué significa una ética amiga de la persona? Se podrían decir muchas cosas.
Situándonos en el contexto nacional, pienso principalmente en dos valores importantes: solidaridad y honestidad.
Solidaridad
en primer lugar, porque es la virtud que se enfrenta al egoísmo natural que tenemos todos, a la autosuficiencia de creer que no dependemos de nadie y que nadie debe depender de nosotros. Sólo con la justa distribución de los bienes no se consigue un estado de justicia social, menos en un país con una deuda social como la que ha acumulado Venezuela. Hace falta fomentar la disposición de ayudar a las personas necesitadas. Además, es importante tener presente que el sueño del socialismo europeo que pretendía acabar con toda pobreza está demostrando ser una utopía. Siempre, en cualquier sociedad, habrá personas necesitadas de atención material y espiritual. En la debida atención a estas personas, a los enfermos, a los ancianos, a los minusválidos, a los damnificados por cualquier desgracia natural, etc., está también la prueba de lo que significa un estado justo.
Siento que ya me he extendido mucho. Dejaré el comentario sobre la honestidad para la próxima vez. Si quieres leer el discurso de Silva Michelena haz click aquí

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