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¿Puede el cuerpo castigar la maternidad?

El valiente testimonio de Irene Vilar: Ser madre tras quince abortos

¿Puede haber mujeres adictas al aborto? ¿Puede el cuerpo rechazar habitualmente la vida después de haber abortado muchas veces?

Irene Vilar es una mujer estadounidense de origen puertorriqueño autora del libro Impossible Motherhood. En una entrevista concedida a L’Express.fr narra su experiencia tras haber abortado quince veces y luego haber sido capaz de acoger la vida de sus dos hijas. Transcribo la entrevista, creo que vale la pena reflexinar sobre este tema en el mes de la madres:

Irene Vilar tenía sólo 16 años cuando conoció a un hombre que cambiaría su vida, “un profesor de literatura latino-americana cuarenta y cuatro años mayor que ella”.

Durante 17 años, viviría con él una “pasión destructiva que la llevó a someterse hasta a quince abortos” y varios intentos de suicidio.

Ella habla de “adicción al aborto”. Actualmente casada de nuevo y madre de dos niñas, ve su maternidad como una especie de redención.

Irene Vilar ha optado por hacer pública su difícil experiencia “no para disculparse, ni para cuestionar este derecho, sino para explicar cómo una pasión amorosa puede hacerse destructiva”.

Sabía que su testimonio suscitaría reacciones muy fuertes como las que ha provocado en los Estados Unidos, tanto de opositores como de defensores del aborto.

Pero explica que ha querido “mostrar cómo la maternidad, la sexualidad y el control de natalidad sumergen a las mujeres en una inevitable ambivalencia”.

El libro de Irene Vilar abre el debate sobre “la complejidad de convertirse en madre hoy en día”.
Es ante todo “la conmovedora historia de una mujer sobre la dificultad de sumir su herencia, extirpar una relación tóxica con un hombre y construir su independencia reconciliándose con la idea de ser madre”.

Irene Vilar recuerda brevemente su historia: procedente de la cultura latina de Puerto Rico “donde las mujeres están dominadas por los hombres”, se enamora de su profesor sexagenario. “Al lado de este hombre que no quería un hijo, tenía la impresión de ser libre, independiente, moderna”, explica.

“Pero de hecho, él ‘colonizó’ mi cuerpo y me dijo: ‘Si quieres permanecer conmigo, tienes que permanecer infecunda’”.

“Yo jugaba a la ruleta rusa con mi píldora. Cada uno de mis embarazos era una forma de desafío; a este hombre, pero también –y lo entendí bien más tarde- a la política de esterilización de masas que se llevó a cabo en los años 1960 en Puerto Rico y de la que mi madre fue víctima, que la sumió en una gran depresión que la condujo al suicidio”.

Irene Vilar describe una relación neurótica con la fecundidad. “Mi neurosis (···) era pervertir mi relación con la fecundidad. Cuando estaba embarazada, tenía la sensación de tener autoridad y poder. Después sentía que no podría vivir sin el hombre al que amaba. De repente estaba aterrorizada por la idea de estar embarazada y acababa con esos embarazos”.

“Esto muestra hasta qué punto la fecundidad es algo muy complejo. La contracepción permite controlar la ovulación, pero no la psique. Y las mujeres tienen una relación ambivalente con su deseo de estar embarazadas”.

También explica cómo se las arregló para salir de esta relación tóxica, y cómo sus sentimientos de vergüenza y de “ser inadaptada”, de los que se sobrepuso gracias “a la psicoterapia y [a su] trabajo de escritura”.
Recuerda las dificultades experimentadas desde que puso fin a su primer embarazo: “Como describo en el libro, quise abortar tras algunas semanas de gestación. Tras mi último aborto, abortar se había convertido en un ‘hábito’”.

Así, cuando quise parar prematuramente ese embarazo, que había deseado y sin embargo no quería ver ir adelante, era la memoria de mi cuerpo la que hablaba. Afortunadamente, mi marido me tranquilizó y pude superar mis miedos”.

Si quieres leer más...
An addiction that only motherhood could cure

Comentarios

Hola profe,

Qué bueno encontrarla y leerla por acá. Leyendo este testimonio debo confesar que siento una gran impotencia.

Hay tantas mujeres en el mundo que, queriendo ser madres, no pueden; y me parece injusto que una mujer que asesinó a 15 niños se le de esta bendición. Y aunque entiendo que Dios tiene sus razones para todo me pregunto si ser una buena madre para dos hijas, realmente la absuelve de haber tenido más de una decena de abortos por escudarse tras la excusa de que era una "adicta al aborto". Y menos que una psicoterapia la haya hecho sobreponerse a lo que hizo.

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