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Borges vs. Cabello: Lenguaje y Cultura política

En la pasada entrada Retórica y verdá’ en la O–E–A  analizábamos la influencia del ethos, pathos y el logos en el discurso político. Una vez más se presenta una buena ocasión para reflexionar en torno al uso del lenguaje en la política, a raíz de la reciente diatriba entre Diosdado Cabello y Julio Borges. Veámosla (puedes ver a partir del minuto 3'):




¿Te identificas con el lenguaje?

Pienso que no me equivoco al sostener que se trata de dos de las pocas personalidades importantes de la política actual venezolana, que se pueden contar con los dedos. Debido a su lealtad y a su juventud, Cabello representa la continuidad del movimiento revolucionario del Presidente Chávez. Borges, por su parte, es la figura emblemática de Primero Justicia, el partido pionero de la nueva generación política que ha ido surgiendo a causa de la decadencia de los partidos del "puntofijismo", a los cuales debemos tanto la estabilidad democrática del país como su lastimoso declive moral. Ambos dirigentes no sólo han ocupado cargos políticos importantes, sino que han trabajado con notable prestigio cara al bando político y al sector de la población que cada uno de ellos representa.


Parlamentarios de Ucrania

Pero ocurre con frecuencia -no sólo en Venezuela sino también en otros países- que el Parlamento se ha convertido en un ring de boxeo. El lenguaje que se emplea es tan bajo y tan poco racional que resulta imposible comunicarse. Sólo sirve como arma de provocación hacia el enfrentamiento físico. Este modo de expresión, independientemente de la ideología política que se tenga, atenta directamente contra la libertad de expresión, y por eso constituye una amenaza para el sistema democrático desde su dinámica más esencial que consiste en la búsqueda del consenso mediante el diálogo.  

Parlamentarios de Taiwan

Ahora Borges y Cabello trabajan juntos como representantes de la población en el debate legislativo. Su función es dictaminar  leyes mediante el debate público, y por lo tanto su instrumento de trabajo es el lenguaje. El lenguaje es el vehículo de las ideas, del pensamiento y de los sentimientos. Ciertamente, la cultura política de un país se apoya en el modo de expresión de sus dirigentes. Se trata, repito, de una cuestión que va más allá de las ideas políticas de cada uno. Hay países en los que los de derecha debaten con los de izquierda, y hay otros en los que se insultan y agreden mutuamente, buscando destruirse por medio de las palabras.  

Parlamentarios de Argentina
La cultura política es, por tanto, la base humana en la que se apoyan las diversas creencias e ideologías de partido. Ahora que la Asamblea Nacional reúne entre sus miembros a un notable grupo de la oposición, es necesario que cada uno de nosotros se pregunte: Además de identificarme ideológicamente con este diputado ¿me identifico con su discurso y su modo de debatir? ¿Es éste el nivel cultural que espero de mis representantes? Se trata de una cuestión crucial.



Tanto Borges como Cabello poseen credibilidad en sus palabras. Tienen una oratoria bastante buena, con el respectivo carisma para un cierto tipo de personas. Sin embargo, ambos incurren en la provocación, aunque en diversa medida cabe reconocerlo. El lenguaje amenazador y acusador no es vehículo de un debate parlamentario, por lo tanto, con su uso se incurre en una especie de negligencia profesional.

Ojalá que los venezolanos ¡TODOS! independientemente de nuestras creencias políticas, nos empeñásemos un poco más por rescatar la Asamblea Nacional, exigiendo a nuestros representantes un lenguaje objetivo, serio y reconciliador, con miras a la inclusión de todas las tendencias políticas -si son democráticas- en nuestro sistema de gobierno.

Se trata, en definitiva, de lo que decía el estudiante Douglas Barrios ante la Asamblea Nacional (2007). Escuchemos, una vez más, el final de su discurso. Oyéndolo a uno le sobran motivos para confiar en el futuro de nuestra cultura política, con dirigentes más civilizados. 

(Basta verlo a partir del minuto 5'10'')



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